La niña mágica cuyos poderes soñamos tener todas alguna vez ha llegado a los escenarios. En su estancia en Madrid, podremos revivir muchas de sus aventuras y recordar personajes de su colegio tan inolvidables como la directora Trunchbull, el goloso Bruce o Amanda Thripp, la niña de las trenzas.
Matilda, el musical es un montaje que llega bajo la dirección de David Serrano, quien se nota que se lo pasa bien tanto en pantalla grande como en un escenario y qué suerte la nuestra. Se trata de una obra que hace las delicias de toda la familia, gracias a un elenco excelente, un trabajo coreográfico espectacular y una historia cargada de novedades, que se arma con grandes talentos y voces. Los números musicales tienen un valor único que van dando forma a otros temas que, a simple vista, no estarían tan identificados en la película, tales como la maternidad, la moralidad o la rebeldía juvenil.
Un punto y aparte lo tiene una escenografía que nos envuelve con buenas sensaciones desde la entrada al teatro y nos invita a introducirnos en un cuento lleno de efectos mágicos, diversión y colorido acorde a la diversidad de personajes. Uno de ellos, el mejor para mí, es el padre de Matilda, interpretado por Héctor Carballo, un actor que le pone un salseo especial a todo lo que hace y que, en este caso, brilla y hace una interpretación con la que no se puede parar de reír y digna de enmarcar.
Este musical llega cargado de éxito internacional, premios y reconocimientos. No van a ser nada con los aplausos que va a recibir aquí, estoy segura.