Espectador soltero, en la cuarentena y sin hijos. Sin haber leído el libro y sin haber visto las adaptaciones cinematográficas. ¿Qué pintaba yo viendo Matilda?
Muchos eran los que me decían que no me iba a gustar por ser un musical orientado al público infantil. Que si me iba a agobiar con tanto niño en el teatro. Que si tal, que si cual. Paparruchas.
Me ha encantado. He salido con el espíritu revitalizado y el corazón un poco más contento y calentito de lo que entró.
Desde el primer número musical, ya se ve que esta producción es muy top. Los actores lo hacen increíble, tanto en su registro interpretativo como en el musical. El escenario, de dimensiones más reducidas que los de otros musicales, aprovecha a la perfección cada metro cuadrado con una escenografía minimalista pero muy efectiva. Los decorados y vestuarios son preciosos y nos atrapan en el mundo de Matilda con cuatro recursos artísticos y una iluminación muy bien ejecutada.
Los niños que actúan, cantan y bailan… una maravilla. No desentona ninguno. Por supuesto, la actriz principal que interpreta a Matilda lo borda, pero para mí el actor (sí, actor masculino) que interpreta a la Srta. Trunchbull se adjudica los mejores momentos de la obra, con una actuación memorable llena de carisma, humor y despliegue físico.
Me gustaría también mencionar la comodidad de los asientos del Nuevo Teatro Alcalá. Tanto el ancho de las butacas como el espacio entre fila y fila, es adecuado incluso para gente con unos cuartos traseros superiores a la media como los de un servidor.
Así que ya sabéis. Si queréis vivir un momento mágico y despertar a vuestro niño interior, no podéis perderos este espectáculo tan especial.