El movimiento del planeta no se debe a fuerzas físicas sino a que existe el amor, los sentimientos; el afecto. Lo malo es que los humanos nos empeñamos en ponernos palos en nuestras propias ruedas. Buscamos motivos, excusas, justificaciones o mamandurrias para que ese afecto, ese amor sea imposible. O al menos terriblemente difícil.
Antonio intenta amar a Bassanio, Shylock intenta amar a Jessica, Porcia intenta amar a quien ella decida, pero el propio ser humano es incapaz de lograrlo. Porque dedicamos más tiempo y energías en ponernos impedimentos a esos amores, a esos afectos. Por esa incapacidad humana, decidimos «crear» unas normas que organicen los sentimientos, los afectos. Incluso los cristianos no pueden llevarse bien con judíos, ni padres con hijos, ni salmantinos con pucelanos, y por eso UK no quiere llevarse bien con Europa ni los fachas con la cultura…
Brexit, Babel, justicia, procés, Shakespeare, Padilla, Hicks, Lara, Aladro, «Mercaderes de Babel».
Querer montar un Shakespeare también es un acto de amor. Pero de pronto aparece el ser humano y te impide soltar tu ánimo punk y acabas haciendo más Shakespeare del que querrías. Y está bien. Y es bueno. Porque uno crea sus normas. Y uno se organiza su propia justicia como le sale del pepo.
Juan Blanco, Natalia Huarte, Ramón Pujol, Greg Hicks, Alba Enríquez y Javier Lara dan cuerpo a los personajes y situaciones creadas a pachas entre Shakespeare y José Padilla (todos en pie) y Carlos Aladro pone orden. Equipazo de lujo con una Paula Castellano desbordante de luminosidad y elegancia.
De las mayores gozadas de la cartelera actual y con un grupazo de actores con lo mejor de cada casa, crean este mercadeo de Babel en el que lo que brilla por encima de todo es nuestra incapacidad para organizar nuestros sentimientos.
«HAZ CLICK AQUÍ«, je, je, y te llevará al comentario extenso que he escrito en mi blog DESDEELPATIO