Un despliegue de creatividad a la altura de Goya

Monsieur Goya, una indagación

Monsieur Goya, una indagación
28/09/2019

José Sanchis Sinistierra presenta una obra romántica pero representada con un lenguaje moderno y contemporáneo.
Se apagan las luces de sala y entras de lleno en el siglo XIX y empiezan a aparecer los personajes de la obra como si les hubieran sacado de los cuadros de Goya.

Esos personajes son los que se van a encargar de llevar al público por la vida del pintor sobre todo por la parte afrancesada cuando Francisco de Goya tuvo que exiliarse a Burdeos en 1824 donde estuvo acompañado de Leocadia Zorrilla y su familia y dónde también conoció a Leandro Fernández de Moratín, su fiel amigo que también aparece en escena.

Todos intentan entender el cambio repentino del pintor, de cómo pasa de crear obras con mucha luz a otras más oscuras. Mientras tanto la crítica a la política y sociedad de entonces se hace visible en todo momento.
Con pequeños trazos van recreando la vida oscura de Goya y poco a poco el mensaje que quería dar el pintor con esas creaciones termina saliendo a escena.

Toda la obra se mueve al son de un autor-narrador que llega a interactuar con los personajes en algunos puntos. Ellos mismos son capaces de cuestionarse su existencia en la función y arrebaten contra el autor. A parte de esos diálogos internos, hay pequeñas interacciones con el público lo que consigue que entres a formar parte de la obra y conectes con el arte, la pintura, el teatro y sientas cerca al pintor.

Durante 90 minutos, la historia fluye por todo el escenario del Fernán Gómez que es una sala alucinante.
La escenografía es preciosa. Mediante el juego de proyecciones sobre las paredes, te sitúan en el tiempo, espacio y en el contexto que ellos quieren y que a lo mejor con otras técnicas no se entendería bien. Es lo que provocaba que mucha veces sintieras estar viendo una película de Goya antes que una obra de teatro.

Los recursos que usan para conseguir una obra fluida y divertida dan sus frutos, algunos de ellos son tan inesperados que fascina lo bien que casan unos con otros. Ha sido una grata sorpresa ver hasta dónde te querían llevar a través de un monólogo, una mirada o un gesto.

El montaje y la dirección de Laura Ortega es impecable. Personalmente, tenía ganas de ver a Inma Cuevas en directo y solo su presencia ya impresiona en el escenario.

Nada más acabar la obra y terminas de dar los últimos aplausos, lo único que apetece es seguir conociendo a Goya y encerrarte en sus historias.

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