El autor de «Huevo», «Vacaciones en la Inopia», «Este es un país libre y si no, vete a Corea del Norte» o «El año en que mi corazón se rompió» , Ínigo Guardamino, no es amable ni retórico con los temas que trata. Es de puñetazo en el estómago y carcajada simultáneos: Rebelde como Janette, pero no angelical como aquella, sino negro, porque el mundo le hizo así.
Con esta última obra, «Monta al toro blanco», se despacha con sus habituales dosis de realidad pasada por el filtro del pesimismo y la mala leche, con deflagraciones súbitas de humor negrísimo en torno a una Europa secuestrada una y otra vez, ya sea por Zeus, por sus fanatismos, por sus estamentos, por las desgracias de sus vecinos o por sus jóvenes en crisis permanentes.
El espacio escénico es un paisaje urbano centroeuropeo de postguerra, destruido e invadido por un mar-sepultura El centro de 1945 y el sur de Europa de 2018 unidos en una sola imagen, para dar voz a una familia de inmigrantes, a una pareja en crisis en Roma, un amable ciudadano austríaco, una peculiar burócrata en Bruselas… o unos jóvenes confusos, muy confusos.
Sara Moraleda, Gemma Solé (y su cuchara) Rodrigo Saenz de Heredia y Fernando Sainz de la Maza, saben encarnar el humor de Guardamino en un equipo compacto y eficaz al servicio de su personal universo. Yo no me los perdería si quieren disfrutar de una buena risa culpable.