Fui a ver a Mujeres de radio sin saber con exactitud el tema. Es una fórmula que cada vez más elijo a la hora de adquirir las entradas de teatro. Y acerté, porque probablemente no habría ido de entrada, si hubiera sabido que el tema era el cáncer de mama que han sufrido las tres protagonistas. Y si no hubiera ido, me habría perdido una obra de teatro extraordinaria en la que ríes de principio a fin, y en la que te das cuenta como la gravedad con que tratamos las enfermedades pueden hacer daño a las personas que las padecen.
Desde que fui he recomendado la obra a todo el mundo. Y cuando me han preguntado de qué va, les digo es sobre el cáncer de mama (entonces me hacen muecas o rictus de gravedad) y yo respondo a continuación que deben ir, porque el tema está tratado con mucha inteligencia, que nunca había visto una obra que tratara con tanta profundidad y puntos de vista una enfermedad y porque sobre todo ríe. Y es una risa inteligente, que no busca los gags fáciles y, si están ahí, también son agradecidos: y aquí me refiero a las correcciones lingüísticas repetidas que una de las actrices (representada por Àngels Gonyalons) hace a otro de los personajes (representado por Sara Diego.
De la obra destaco también la escenografía, nihilista pero efectista, y seguramente cara por tecnológica. También la gran caracterización de los tres personajes, todos muy diferentes, y que quizás demasiado estereotipados en algún caso (como es el caso del personaje de Sara Espígul). Por último, un aplauso para la autora del texto, Cristina Clemente, y el director, Sergi Belbel. Juntos han demostrado que pueden llegar al tuétano de un tema tan grave como el cáncer de mama con la distancia y el efecto que se merece para que la risa liberadora nos salve a todos. ¡Por muchas más obras iguales por favor!