La historia tal cual.

Mundo obrero

Mundo obrero
07/10/2018

Alberto San Juan ha acertado casi de lleno esta vez.

Para mi gusto, en otras ocasiones las ganas de transmitir un mensaje pueden más que la forma elegida para hacerlo. El contenido aplasta el continente. Que conste que el mensaje es el que a mí me gusta oír y con el que estoy siempre de acuerdo. Pero según mi propia filosofía (la mía, no la de San Juan, que en definitiva es quien manda y hace las cosas como él quiere, claro) es bueno cuidar la forma. Me interesa más una buen metáfora que me haga pensar al discurso ya mascado, por muy de acuerdo que esté con él. Artísticamente es más interesante y difícil enmarcar un mensaje dentro de una ficción que escenificar artículos periodísticos.

En ese sentido, Alberto San Juan da un paso de gigante al poner como hilo conductor la historia de Luis y Pilar (Luises y Pilares). La escenas entre Luis Bermejo y Pilar Gómez son brillantes, ilustrativas y consiguen tener mucha más fuerza que los momentos digamos… didácticos. Marta Calvó, una diosa sobre la escena, es el alter ego perfecto de San Juan. Ambos están soberbios. Pero reconozco mi debilidad por Bermejo, que está de rechupete aunque su personaje recuerde bastante al de «Los mariachis» y sobre todo, Pilar Gómez, que no puede estar mejor. Está en estado de gracia y tiene un compromiso con lo que hace que debería ser un ejemplo para cualquier actor.

Texto grande y poderoso, que no escatima leña para quien se la merece y que pone las cosas en su sitio. Y unos intérpretes grandiosos arropados por el trabajazo de Paloma Díaz y del dios Santiago Auserón.

Un imprescindible que te revolverá las tripas y te hará pararte a pensar qué coño hacemos que no estamos en la calle.

 

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