Pica Pica desatan el fenómeno fan entre los más pequeños. Esto es así. Un teatro hasta los topes, con una fila enorme a las puertas y con una montaña de carros plegados en el hall del teatro. Unos peques emocionados con cada canción y con cada coreografía. Y, para qué negarlo, unos papis y unas mamis tan entusiasmados como ellos (en parte, gracias a los guiños que constantemente recibimos desde el escenario: canciones ochenteras, referencias noventeras, chistes para adultos disfrazados de inocencia…).
No tenía muy claro qué me podía encontrar en escena después de haber escuchado sus canciones, y lo que me encontré fue muy valorable. Un espectáculo cuidado, con actores precisos, bailarines entregados y con un hilo conductor divertido. Más de una hora en la que las canciones, los vídeos y la interacción con el público hacen que la alegría se expanda por el teatro.
Un plan familiar más que recomendable para una mañana de domingo en el centro de Madrid.