Discernir la realidad de la ficción es difícil muchas veces. En algunas ocasiones hay ciertos acontecimientos que entrelazan momentos de una u otra esfera y la mente los asocia o, incluso, los combina en un ejercicio de avanzar en el día a día. Episodios críticos o horribles se hacen más soportables cuando la ficción entra en la ecuación.
Dani y Aleix son dos chicos que se conocen, conectan en seguida y empiezan a salir juntos. Un día Dani aparece lleno de moratones, resultado de una paliza. A la pregunta de Aleix, responde que ha sido un ataque homófobo. Basado en un caso real que tuvo lugar en Madrid en 2021, la ficción y la realidad se mezclan de una manera impredecible.
El texto de Pau Coya no busca resolver la trama ni proporcionar una visión única de los hechos que relata, es una descripción de un caso concreto con otras experiencias reales que quieren poner de manifiesta diversos temas ante el público. Con un lenguaje directo y con un ritmo incesante, la espectadora se encuentra con pensamientos que no se esperaba que le surgieran después de ver la obra. Coya trabaja con cuidado y documentación cada acción y diálogo escrito. No hay nada al azar, cada una de las piezas que muestra encajan perfectamente.
Emoción a flor de piel con Albert Salazar y Dafnis Balduz que dan vida a unos personajes que el público se lleva cuando marcha del teatro. Definidos al detalle se nota el trabajo realizado para dar forma a todas sus vertientes. Incluso aquellos personajes más secundarios o testimoniales, tienen u papel clave en la trama y ninguno de ellos sobra.
Balduz da vida a más de un personaje y su facilidad para cambiar de registro constantemente es magnífica. Sin necesidad de contextualizar, el público reconoce inmediatamente el nuevo papel. La vehemencia de Salazar interpretando a Dani es abrumadora. En sus ojos se puede distinguir perfectamente la ilusión y la emoción para dar paso después a una tristeza absoluta y sobrecogedora. La espectadora queda hipnotizada para los intérpretes que narran un relato desgarrador desapareciendo totalmente para dejar paso a los auténticos protagonistas.
Un montaje aparentemente sencillo que aglutina una complejidad increíble en el entendimiento de las contradicciones humanas. Es una ventana abierta a historias que van más allá del escenario.