¡Albricias! ¡El Pont Flotant vuelve a Madrid!.
Qué acierto de inicio de temporada el de la Sala Mirador, trayéndonos de vuelta el «Eclipse Total» El Pont Flotant, que ya cerrara temporada en La Abadía en 2022 llenando todas las funciones.
Hace un par de lustros, ya casi tres, que conocimos a Pont Flotant. Y desde entonces hemos transitado la vida con ellos:
Hemos regresado a su infancia (y la nuestra) en “Como piedras”, hemos hecho con ellos “Ejercicios de amor” (y nos han compartido secretos que reconocimos, juegos de campamento y hasta una paella con la amistad como ingrediente principal).
Luego vino el ser adultos con obligaciones y la fascinación por la libertad ajena en “Yo de mayor quiero ser Fermín Giménez”.
En “El hijo que quiero tener” fuimos alumnos de 6 a 82 años en una clase inolvidable ( aún seguimos viéndonos algunos viejos alumnos de esa clase) y nos vimos reflejados en el espejo de nuestros padres e hijos.
Pont Flotant siempre habla de lo que mejor conocen: de ellos mismos, de su paso por la vida. Y contando su propia historia, cuentan la mía propia, la tuya también; tal es su derroche de empatía, ternura y precisión, destilando verdad y trascendencia. Y siempre nos cuentan desde la alegría, desde la bonhomía y desde esa inmensa dificultad de llegar a lo esencial y hacerlo parecer sencillo.
¿Con Eclipse total Pont Flotant se ponen serios porque hablan de la muerte? Se ponen tan serios como lo hacían hablando de la amistad, de los juegos de la infancia (que son el asunto más serio del mundo) o del amor. Y lo vuelven a hacer con humor, con una humanidad infinita y con su sello de sencilla precisión, creando imágenes poéticas y exquisitas con dispositivos exentos de grandes artificios. La “sencillez” es crear un eclipse con un globo o dar vida a varias generaciones con un dominio preciso de la voz, y así resucitar a la bisabuela Emérita o hacer que el padre vuelva a gozar cantando Il Mondo.
La “sencillez” es representar la línea del tiempo con una cinta real que va a integrar la filogenia, el tiempo geológico y la propia genealogía, o ponernos frente al espejo de sus comidas familiares, como una larga celebración de la vida en la que se asume que, para que lleguen nuevos comensales, hay que pasar el testigo, soltar y dejar hueco.
Bendita búsqueda, bendito oficio y bendito genio el de Pau, Joan, Jesús y Alex, los integrantes de Pont flotant, para llegar a la “sencillez”, a lo esencial.
En esta ocasión son Alex Cantó y Jesús Muñoz los que, sobre el escenario, nos traen a nuestras abuelas, a nuestros padres, a nosotros mismos, en este ensayo de un posible final, en este eclipse total que solo ellos saben destilar y devolvernos con genialidad y mucho amor.
Gracias por existir, gracias por hacer teatro, Pont Flotant.