Música, alegría e ilusión

Pretty Woman, el musical

Pretty Woman, el musical
04/09/2022

Una fiesta de diversión, buena música, voces increíbles y todo un equipo dejándose la piel. Este es el resumen rápido de un musical que te hace salir del teatro con la sensación que se te ha hecho corto y que necesitas más. Días después aún tienes la cabeza en su música y sus números musicales.

Quien sea nostálgico/a de la película lo disfrutará y quien no, también. Breve resumen para aquellos/as que hayan sido capaces de evitar ver el film original: Vivian es una prostituta que trabaja en el bulevar de Hollywood y Edward es un rico empresario que se dedica a comparar empresas y deshacerlas. Ella es una chica sencilla y él es un estirado. Todo cambia cuando Edward la contrata para una noche, que se convertirá en una semana, y el resto… es historia. Comedia romántica de los años 90, que con la vista atrás tiene unos toques poco aceptables hoy en día, pero que el musical ha sabido resolver muy bien.

Originario de Broadway, este musical llega ya con el sello en la música de Bryan Adams y se nota en mucho de sus temas, como, por ejemplo: Libre, Tú y yo o No hay vuelta atrás. Canciones que encuadran con precisión toda la narrativa y que, con la música en directo -como tiene que ser en cualquier musical-, tiene en sus intérpretes, coros y cuerpo de baila un elemento esencial. No solo brillan sus protagonistas, con algunos momentos mejores que otros, sino que los secundarios y bailarines tienen escenas donde roban todo el protagonismo. Especial atención para Giulio (Natán Segado) el botones que acompaña al Sr. Thompson (Rubén Yuste) a todos latos y provoca más de un momento hilarante deslumbrando al público. Y las coreografías son exactamente lo que el musical necesita, sin abusar dibujan la trama con estilo.

Con una escenografía ambiciosa, pero nada pretensiosa, y muy funcional, se crea un marco perfecto para una historia que ya se conoce pero que atrae a todo el público a volver a verla. Enganchados por Vivian (Cristina Llorente) y Edward (Roger Berruenzo) y su historia, el público sabe qué pasará, pero al mismo tiempo está expectante por saber como será trasladada al escenario y cuál será la siguiente canción que le hará mover los pies sin poder evitarlo.

En la parte interpretativa, Rubén Yuste es nuestro gurú en esta narrativa, dando vida a tres personajes clave, pero también es quien nos atrapa más y nos interpela en todo momento. Qué placer es verlo encima del escenario cantando, bailando y desapareciendo detrás de sus personajes. Berruenzo, el Richard Gere del Paral·lel, consigue una contención increíble para presentar un Edward frío y calculador al inicio, y después dejarse ir poco a poco, como su personaje, e ir captivando a cada espectador/a con su voz. Llorente es una Vivian estupenda, aunque a veces su extroversión sobrepasa un poco y desdibuja el personaje, como también pasa en algunos momentos con Erika Bleda y su Kit Deluca. Pero cuando Bleda se presenta con su tremenda voz para dejar asombrado a todo el público, se olvida este pequeño problema. ¡Qué potencia vocal!

Enfrentarse a una historia mítica como esta y, además, hacerlo en formato musical no era nada fácil y las expectativas que generaba el montaje, por esto mismo, no eran muy altas, pero desde la primera nota y la primera coreografía todo lo que se podía prejuzgar se desvanece. Había algunos números muy difíciles de trasladar a un teatro, como el momento de la ópera, y los consiguen transformar en increíbles números musicales que dejan con la boca abierta y deseando mucho más.

Emociona la ilusión que transmite todo el equipo musical y las ganas de hacerlo pasar bien. El musical acaba, pero tu solo piensas en volver a su Hollywood.

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