Una obra te puede atrapar por su contenido o temática, o bien por cómo está explicada, o bien por la fuerza de sus interpretaciones… Cuando te atrapa por las tres cosas a la vez es fácil adivinar que se convertirá en un éxito seguro y rapidísimo, como es lo que está pasando con esta versión de Prima facie. La obra se estrenó el 2019 en Australia, y en el 2022 y 2023 se representó, respectivamente, en el West End y en Broadway. En los dos últimos casos la actriz escogida fue Jodie Comer (Killing Eve, El último duelo), que ganó tanto el premio Olivier como el Toni. Ya está preparada una versión cinematográfica, y era inevitable que la obra llegara también hasta nosotros. Pero, ¿qué es lo que atrapa realmente de Prima facie? ¿Cuál es el secreto de su éxito?
Suzie Miller, la autora del texto, tiene la gran habilidad de construir una historia que permite entender (o al menos, observar) las dos caras de la misma moneda. Hay una contradicción muy grande en la protagonista, y es justamente esto lo que hace que empaticemos con ella, a la vez que asistimos a una crítica feroz del sistema judicial. El mismo título de la obra remite a un término del latín que significa “a primera vista”, y que en derecho se utiliza para dar entender la apariencia de un derecho o de una situación, sin prejuzgarlo previamente. Tessa, el personaje central, se verá en la tesitura de pasar de abogada de éxito a persona que acusa… observando como le caen encima todas las técnicas de sus homólogos para revictimizarla y quitarle la razón. Un calvario que Miller explica muy bien y en diferentes fases: primero se nos hace un retrato del éxito y del futuro brillante que le espera a la protagonista, un poco al estilo de las películas de los noventa; después se desarrollan los hechos determinantes para el caso, como si fuera un thriller; y en la parte final tenemos la clásica trama judicial, con una tensión equilibrada y muy bien llevada.
¿Pero qué seria de toda esta historia si no hubiera una buena dirección y una excelente interpretación? Pues la verdad es que resultaría insuficiente. Por suerte, la dirección de Juan Carlos Fisher es precisa, detallista, y juega muy bien con un espacio escénico casi desnudo pero muy funcional, y también con unos espacios sonoro y luminotécnico realmente eficientes. Y delante de todo, Victoria Luengo, una actriz que logra aquí una cima muy alta con el papel más complicado y arriesgado de su carrera. Al principio da la sensación que será una interpretación muy técnica, sobre todo por los continuos cambios de registro y todos los comentarios aparte de la protagonista, pero poco a poco vemos como el personaje se apodera de la actriz y acaba por crear una simbiosis perfecta. Luengo ya ha ganado con esta interpretación el premio Talía, está nominada a Max, y seguro que vendrán más… todos muy merecidos.