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Prostitución

Prostitución
28/01/2020

España, capital europea de la prostitución. Cinco millones de euros recaudados al día. 3,35% del Producto Interior Bruto. 300.000 son víctimas de la trata de personas. El 70% sufre violencia machista.

Un teatro entregado, escucha activa. Aquí, como en Las canciones (Pablo Messiez) se escucha. Y se hace con el alma. La brillante dramaturgia de Andrés Lima y Albert Boronat, textos desgarradores que ¿nos acercan? la terrible realidad de la prostitución, la trata, la violencia sexual y también el dolor, la ternura, el miedo… La experiencia de la prostitución, un documento, una exploración. Una propuesta prodigiosa que parte de los testimonios de mujeres como Ana María, Isabela, Alicia, Lucía o Alexia donde se palpa la angustia e incomoda (especialmente a los hombres que, apagadas las luces, fueron los primeros en ponerse en pie). Y también del discurso de dos exprostitutas y activistas de discurso opuesto, como son Virginie Despentes y Amelia Tinagus. Un montaje-protesta valiente contra la sociedad: legalización, estigma, prejuicios. ¿La única vía? La abolición.

Silencio. Carmen Machi, interpretándose a sí misma, entrevista a Ana María (estupenda Nathalie Poza). Es prostituta y tiene dos hijos. Lucía (Carolina Yuste) se fue a Barcelona por una beca Séneca a estudiar Derecho Laboral. Primero, camarera. Después, azafata de aspiradoras. Y «no le daba ni pa pipas». Entonces, comienza un desfile de mujeres que se metieron a putas. Con sus razones, claro. Libertad de elección y moral, prejuicios culturalesreligiosos, intereses económicospolíticos. Se acabó el debate. ¿Te cuesta respirar? Es la fuerza de la verdad.

Tres actrices comprometidas se dejan la piel en un escenario acompañado de la música (en directo) de Laia Vallés. En su intento de humanizar a las mujeres a las que interpreta a través de sus respectivos acentos, Machi se hace con la comedia en un monólogo dramático y acaba pareciendo más una burla que una reivindicación. En su lugar, Yuste se hace con todas las miradas. Te deja clavado en la butaca: magnética, enérgica e imparable. Ahora no hay vuelta atrás, estás abducido.

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