Que de noche le mataron
al Caballero,
la gala de Medina,
la flor de Olmedo.
Qué bellos versos los de esta canción popular que inspiró a Lope de Vega para componer una de sus más ilustres comedia: El caballero de Olmedo. Y qué magnífica propuesta la de Julieta Soria y Ainhoa Amestoy con un magistral Juan Cañas, que nos hace viajar en Que de noche lo mataron a la belleza pura del verso clásico y a una ingeniosa traslación contemporánea del inolvidable caballero don Alonso. Dos personajes y un mismo destino. Uno viaja en yegua y otro en moto, los dos siguen la misma ruta: ese recorrido desde Medina hasta Olmedo que marcará sus vidas.
Que de noche lo mataron es una genialidad escénica resultado de una unión de talentos sobresalientes. Julieta Soria, dramaturga y filóloga, ha entretejido un texto exquisito donde toda la esencia del clásico de Lope se mantiene, y lo que es más, ha sabido resaltar con grandísimo acierto los elementos argumentales que mejor transmitían la naturaleza del caballero y del texto. Y esto cobra sentido completo al aparecer en escena el otro caballero, el anónimo, el que vive en nuestro tiempo, y si bien pudiera parecer un mundo aparte del caballero barroco realmente están unidos por naturaleza y sino. Cada cual con sus cuitas y desvelos propios de su tiempo, pero firmemente unidos en convicciones y anhelos.
Ainhoa Amestoy ha apostado por una dirección que resulta muy eficaz, trepidante y que marca muy bien los dos momentos temporales. Esa iluminación roja, cálida, si es el caballero Alonso quien está en escena se contrapone a esos colores azules, más fríos que envuelven la realidad del motorista. Todo lo que está en escena significa y es generador de acción teatral. Y resulta principal detenerse en la música: cada espacio temporal está marcado por una sonoridad diferente que está muy estrechamente ligada con la época y las motivaciones de los dos personajes. A esto se suma la música en directo que sobresale por la calidad de sus letras y su ejecución con una interpretación de Juan Cañas sencillamente magnífica.
Juan Cañas es un genio de la escena y este espectáculo simplemente corrobora esta evidencia. Puede que muchos espectadores lo conozcan pues es miembro de la compañía Ron Lalá. Bien sabido es que en Ron Lalá todo lo que hacen lo hacen brillante y esto es así no solo por el talento común, sino porque todos y cada uno de sus intérpretes son excepcionales. Juan Cañas interpreta un monólogo hecho a su medida sencillamente porque muy pocos actores disponen de la capacidad y el talento para encarar un montaje que es una lección magistral de interpretación. Elegante, solvente y con un carisma arrollador hace suyo un espectáculo trepidante que hace brillar el conjunto escénico: el lenguaje, la escena y la interpretación.
No es sencillo crear una dramaturgia propia a partir de un gran clásico de la historia teatral y menos aún convertirlo en un monólogo, donde toda la fuerza de la palabra y de la acción teatral va a recaer sobre un único intérprete. Es un desafío abrumador. Que de noche lo mataron cumple y supera las expectativas al crear un espectáculo clásico contemporáneo vibrante donde el siglo XVII y el XIX se encuentran para dialogar. Vamos, un auténtico clásico contemporáneo.