Una fina tela separa dos mundos conectados, inevitablemente, entre sí. En uno de los mundos, una anciana marcada por un pasado trágico y una ausencia reminiscente y, por otro lado, ese «¿qué fue de Carmela?» que no queda claro si es real, un sueño o un signo de demencia… como la vida misma. Además, durante la obra el espectador viaja al pasado y asiste al acontecimiento clave con el humor y el drama bailando de la mano en el escenario.
Ambas actrices, María Carrión y Cristina Salvador, tienen mucho ángel: te invitan a no dejar de mirarlas. Sus personajes están muy bien definidos y ejecutados. Además de actuar, bailar y cantar resulta que también han adaptado el texto… ¡me llena de felicidad ver a artistas tan completas!
La obra se hace amena, aunque en ocasiones el ritmo baja un poco, pero una sale satisfecha del teatro. La escenografía, aparentemente sencilla, me pareció muy bien pensada y utilizada. La música y la letra de las canciones dan brillo al espectáculo.
La pieza trata, a grandes rasgos, sobre la memoria histórica. Pero ahonda diferentes temas: la pérdida, la muerte, la opción entre callarse o defender tus ideales, la compleja y bonita, a la vez, relación entre hermanas, la búsqueda dolorosa de un cuerpo enterrado sin ser enterrado…
E, inevitablemente, se pone sobre la mesa la duda de quién es la víctima coronada: si quien pierde la vida o quien vive toda su vida con esa pérdida a cuestas…