Franklin Dávalos, David Blanka, Nur Levi, Teresa Rivera (para comértela viva) , Inés Narváez y Mónica Runde están en la terminal de un aeropuerto. Esperan. Por megafonía anuncian un retraso. Un retraso importante. Sólo se puede esperar.
«Retablo de espera» es eso exactamente, un conjunto de esperas, un mosaico, un friso con seres esperando, o desesperando. ¿Qué es esperar? ¿Por qué esperamos? ¿Qué esperamos? ¿Qué esperas con esperar? ¿Para qué esperamos? ¿Cómo te sientes al esperar? ¿Qué sientes al esperar? ¿La esperanza es lo último que se pierde? Mil preguntas, mil dudas, mil espacios y mil potencias. Esperar como potencia, como fin y como medio. Un estudio profundo, poético, plagadito de sentido del humor y de lirismo. Soledades esperando, esperanzadas, esperadas y desesperadas.
Un espacio escénico brillante de la maga Elisa Sanz, unas luces optimistas y vigorosas de Beatriz Francos, seis actores, narradores, bailarines en estado de gracia encabezados por una suma sacerdotisa de lujo, Mónica Runde y envueltos en el fascinante espacio sonoro creado por Javier Hernández Almela y la música de Esteban Varela. Guillermo Womutt organiza todo este tinglado y crea un espectáculo de muchísima altura, con una solidez poco común y un calado tremendo. El ser humano al descubierto. Tal cual. Y para completar la faena, los testimonios de un grupo de «esperantes» que desde el fabuloso vídeo creado por Bruno Praena y Álvaro de Luna completaran esta radiografía del ser humano «esperante».
IMPRESCINDIBLE.
Un espectáculo fetén.
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