El esperado regreso de la compañía madrileña Ron Lalá al templo de los Clásicos ha sido sin duda una de las mejores decisiones que Helena Pimienta tomó como directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en su programación de despedida. Tras tres inmersiones clásicas previas, dos de ellas estrenadas en coproducción con esta casa, el Teatro de La Comedia reabre sus puertas a la compañía que mejor representa en nuestros días qué es de verdad un Clásico Contemporáneo.
Andanzas y entremeses de Juan Rana es una creación escénica compuesta de diversas piezas breves con música en directo concebidas como una fiesta al personaje del gracioso más insigne y significativo del teatro breve español. El comediante Cosme Pérez, también conocido como Juan Rana, se erige, a través de sus andanzas y de los entremeses que ilustres dramaturgos áureos le dedicaron, en indiscutible eje de una reflexión sobre la concepción de la risa y los límites del humor desde hace cuatrocientos años. Todo un repaso dramático magistral que ahonda en la necesidad de pervivencia de la esencia de los diferentes géneros breves del teatro áureo como transmisores de los valores humanos.
El proceso inquisitorial real a Cosme Pérez tras ser acusado de sodomía por la Inquisición es la idea de fuerza de partida de una valiente, compleja y reveladora propuesta escénica. Aquí subyace el primer nivel dramatúrgico de la obra: todo un retrato humorístico de la Santa Inquisición por el que desfilan, tanto inquisidores y verdugos como, a modo de testigos privilegiados, otros personajes históricos: la actriz y compañera escénica de Cosme Pérez, Bernarda Ramírez, el pintor Diego Velázquez, o el dramaturgo Calderón de la Barca. Ya en el segundo nivel, y como pruebas que emplea la Inquisición contra Cosme Pérez, se escenifican algunos de los entremeses que tienen a Cosme Pérez como absoluto protagonista. Así, se desarrollan completos Los dos Juan Ranas de Pedro Calderón de la Barca; Los galeotes de Jerónimo de Cáncer; El retrato vivo de Agustín Moreto junto con una magnífica selección de fragmentos de otros tantos entremeses de autores áureos como Luis Quiñones de Benavente o Antonio de Solís entre otros. Esta exquisita composición poética que conforma la dramaturgia del espectáculo desborda el talento e ingenio poéticos de Álvaro Tato, director literario de la compañía. Es sin duda uno de los mejores dramaturgos y poetas de nuestro teatro contemporáneo; una pluma abrumadoramente brillante que trufa con maestría una muy bien escogida selección entremesil con versos de creación propia, sin que sea posible sin un conocimiento exhaustivo del género breve discernir qué composiciones corresponden a autores barrocos y cuáles son autoría contemporánea de Tato.
Y por supuesto, esta proeza es extensible a la música como parte imprescindible de la dramaturgia ronlalera. Las composiciones musicales y textuales impregnan el hecho dramatúrgico. La creación colectiva es el componente principal de la identidad ronlalera compuesta de un sobresaliente carácter multidisciplinar de todos y cada uno de sus miembros. Miguel Magdalena está al frente de la dirección musical de una compañía formada por actores que son también músicos profesionales. Esta condición hace sobresalir siempre sus espectáculos sumada a la ejecución en directo y limpia de todo el sonido que se produce en escena. Es necesario en este espectáculo reconocer el acertado riesgo asumido con la incorporación de nuevos elementos instrumentales de percusión, muy característicos del acervo musical español y del teatro popular, que convierten la compleja producción musical de la obra en un alarde de perspicacia sin parangón en nuestra escena.
Un virtuosismo que encuentra en la solvencia interpretativa de todos y cada uno de los miembros de la compañía su raíz. Multiplicidad de registros y destrezas propios de la versatilidad que determina la naturaleza ronlalera. Daniel Rovalher, Íñigo Echevarría, Fran García, Juan Cañas y Miguel Magdalena, todos hacen de todo y todo lo hacen bien. Reconocimiento especial a Fran, ronlalero titular desde el anterior espectáculo pero que sí contó en su estreno todavía con Álvaro Tato. Se estrena definitivamente y se afianza como un ronlalero más con una presencia y aptitudes escénicas formidables.
La escenografía sencilla de Carolina González compuesta de un pequeño estrado, dos rampas de madera y una estructura de la que cuelga un tapiz-telón es muy eficaz y está acompañada de unos pocos elementos que contribuyen a la premisa dramatúrgica principal de la compañía que defiende la completa y constante transformación del espacio en favor del suceso escénico. Una mutación en la que es también parte imprescindible el preciso y precioso trabajo lumínico de Miguel Ángel Camacho con un diseño de iluminación muy propio que continúa en cada nueva propuesta innovando y sorprendiendo. Multiplicidad de situaciones y de personajes conforman el todo dramatúrgico concebido como un juego que encuentra en la metáfora la existencia dramática. Y esta coyuntura se completa con el espléndido trabajo de Tatiana de Sarabia en la confección de un vestuario recio y desenfadado a partes iguales con un diseño elegante que terminar de vestir la escena. El artífice decisivo de este donaire que es todo espectáculo de Ron Lalá no es otro que Yayo Cáceres, director de la compañía que cree y crea con eficaz peripecia el suceso escénico desde la transformación absoluta de cada elemento que compone el todo dramatúrgico.
Andanzas y entremeses de Juan Rana es un bello ejercicio escénico, una celebración que es reflejo vivo de la naturaleza desafiante, arriesgada, honesta y comprometida del teatro áureo y de nuestro mejor teatro contemporáneo: el de Ron Lalá.