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COMO VIVIR DEL BAILE Y NO MORIR EN EL INTENTO

Ser bailarina

Ser bailarina
01/12/2025 - Teatro Sala Mirador

Sí, con bromitas, sacándonos las risas, pero tirando de ironía de la fina, rozando el sarcasmo. ¿Qué es ser bailarina? Nunca me había parado a pensarlo, como tampoco me había preguntado qué es ser carpintero o sexador de pollos. Pero de lo que se trata es del contexto. ¿Qué es ser bailarina comparado con las otras profesiones del mundo artístico? ¿Qué es ser bailarina comparado con ser actriz, o escritora, o ´pintora? ¿Se nace, se hace? ¿Es técnica, es alma? ¿Se puede seguir siendo bailarina cuando se pasa de los sesenta? ¿Y si eres muy alta o tienes las piernas cortas? Muchas ideas, muchas reflexiones. Presentadas de una forma muy atractiva. Después de todo se trata de un espectáculo, no de una conversación de taberna.

Si lo que buscas es ver un espectáculo de baile, que haberlo haylo, y mucho, y del bueno, igual no es esta la función adecuada. Pero tampoco la equivocada, lo más probable es que al salir del teatro estés más satisfecho de lo que esperabas. Porque lo cierto es que no sabes que es exactamente lo que vas a presenciar cuando ocupas tu butaca. Ni el título ni la sinopsis dan muchas pistas sobre lo que te vas a encontrar. Y ese es el primer gran éxito de la obra. No ofrecer expectativas. Por mi parte esperaba una propuesta algo más experimental y profunda, y me sorprendió gratamente la frescura y sencillez, no carente de mensaje, con la que las actrices-bailarinas-creadoras-directoras Mónica Runde e Inés Narváez desarrollaron una idea que bien merecía su pregunta, y su respuesta. Y aunque en algunos momentos se nota que lo suyo es más el arte de la danza que el de la interpretación, lo supieron suplir de sobra con la expresividad de sus cuerpos y con un magnetismo que derrocharon a raudales.

Es una lástima que se programen tan pocas funciones. Supongo que hay pocos espacios y muchas creaciones, o que sólo los grandes montajes con actores de renombre tienen la capacidad de llenar los teatros todas las sesiones durante meses. Pero creo que esta propuesta podría lograrlo. No a diario, ni en un teatro de trescientas butacas, pero seguro que sí dos semanales, en alguna sala de mediano tamaño. Gustó mucho, se percibió en el público la necesidad de contar a amigos y conocidos que habían visto algo que merecía la pena, y que si podían que no se lo perdieran. El boca a boca funciona. Y si no que se lo digan a la Sala Mirador y a la Katarsis del tomatazo. Todo tiene un principio, y a veces dura más de treinta años. Ser bailarina se merece al menos unas cuantas semanas.

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