Tantra: a cinco chistes de media por minuto

Tantra

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Tantra → Teatro Lara
27/07/2025 - Teatro Lara

Explorar los miedos e inseguridades de la masculinidad actual a través de tres arquetipos muy definidos y reconocibles es una base de partida muy válida para hacer una comedia. Es más, el cine y la televisión se han encargado de explotarlo hasta la saciedad en los últimos tiempos. Buscar que sea original se convierte por tanto en una misión complicada, por mucho que la trama se haga transcurrir en el barrio madrileño de Carabanchel y en un centro tántrico que, en estos tiempos, pienso que no sufriría tanto rechazo por intolerancia como pretenden hacernos creer en la obra. Carabanchel no es tan rancio, igual tendría más problemas en el barrio de Salamanca. Pero si lo que se pretende es obtener las risas del espectador, el objetivo está logrado con creces. La platea fue un resonar constante de carcajadas, a pesar de que, en mi opinión, la mayoría de las veces se recurrió al chiste fácil y evidente.

Chascarrillos previsibles y a veces simples, recurriendo de vez en cuando a una gesticulación más propia de Millán Salcedo que de un humor más actual e inteligente. En ocasiones parece que la obra está marcada más por la sucesión de gags que se pretende introducir que al contrario. La trama da la sensación de que discurre bajo la necesidad de meter con calzador unos chistes previamente elegidos, típicos de conversación de amiguetes en la barra de un bar después de tres cervezas. Podría haber sido ese perfectamente el escenario, una taberna de barrio. A pesar de todo, gracias a los actores, el ritmo es trepidante y ágil, sin dar ocasión a que el espectador se distraiga en otros menesteres que en el de reírse. Y lo consiguen. Con creces y con sobrada solvencia. El humor es lo que tiene, es bueno o malo depende de quien te lo cuente. Y los cuatro protagonistas lo hacen de maravilla. Seguramente el problema sea mío, una cuestión de expectativas, o cierta ampulosidad mal gestionada.

Toda propuesta puede ser perfectamente válida si tiene clara sus pretensiones. Si las de Tantra son hacer reír al espectador, sin duda alguna lo consigue. A mí, sinceramente, no me ha echo mucha gracia, quitando algún chiste aislado, si se dispara muchas veces alguna se acierta. Pero el público manda, y si el éxito debe medirse por la respuesta de los asistentes, y así lo creo con franqueza, la obra triunfó y lo seguirá haciendo. Hora y media de diversión constante no le hace ningún mal a nadie, y el hecho de que no se viera ni una sola butaca vacía en pleno mes de julio es un síntoma evidente de que los autores y la dirección del teatro han obtenido, y seguirán obteniendo, la respuesta esperada por parte del respetable, que al final es lo importante.

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