¡Qué absoluta maravilla de espectáculo! Iba con las expectativas muy altas porque no he encontrado a nadie que me haya dicho nada malo de este musical, y aunque eso a veces juega en contra porque la posibilidad de decepción es mayor, qué guay cuando las expectativas se cumplen y las 2 horas y media de función se te hacen cortas y te quedas con ganas de más.
Una bofetada de realidad arrastra a los protagonistas a una crisis de fe de la que nos vamos dando cuenta entre risas.
Qué historia tan loca y qué bien interpretada, cantada y bailada. Jan Buxaderas y Alejandro Mesa bordan sus papeles, y me gustó especialmente el trabajo de Nil Carbonell, que se gana pasar de secundario a principalísimo, cómo gana todo con él en escena, no puedes dejar de mirarle y reír. El resto del elenco increíbles: voces, interpretación, comicidad… Un 10!!
Una historia que detrás del humor (bastante negro a veces) esconde un mensaje vital maravilloso sobre la importancia de construir ilusiones propias, el duelo de perseguir expectativas imposibles, la presión social que nos obliga a «disfrazarnos» para encajar, la búsqueda de nuestro lugar en el mundo y la importancia de la amistad y la autenticidad para hacer posible lo imposible.
Una de esas obras que hay que ver (al menos) una vez en la vida.