Musical de los creadores de South Park, muchísimo menos gamberro que la serie, y el compositor de la también gamberra Avenue Q. ¿Ofensivo? ¿Qué puede no serlo hoy en día donde hay cola por sentirse ofendido? Sí, hay lenguaje soez y algún momento incómodo pero el tono general es más gamberrete travieso que provocador.
Dos mormones, clónicos sólo de aspecto, son enviados a Uganda a predicar en una tierra plagada de enfermedad, señores de la guerra, pocas esperanzas y menos ganas de escuchar a esos chicos sonrisas profidén y pelo fijado.
Musicalmente, mescolanza de todos los estilos del género (baladas, canción rockera, coral, oldies…) desde la vertiente más ligera y luminosa. La traducción no ha perdido el sentido del humor original si bien hay demasiadas rimas, para mi gusto, basadas en tiempos verbales.
Un libreto inteligente ya que no es, aunque lo parezca, una crítica fácil a una religión con suficientes elementos (cuál no los tiene?) para ser ridiculizada. Y ese es su mérito, tiene corazón, los Elder misioneros son personas, no personajes, y empatizas con ellos.
Elenco de una treintena de artistas en escena y 8 músicos en directo que suenan perfectamente. Protagonizada por Nil Buxaderas impecable (qué salto desde Mama Mia) con su interpretación de elegido para triunfar hasta que la vida le atropella, y Alejandro Mesa (La Familia Addams), que crece hasta donde ni se intuía y nos hace suyos. También nos atrapa Nil Carbonell, si bien hacia el final la caricatura empieza a asomar.
Hay que agradecer a SOM que arriesgue por este título que lleva una década triunfando en NY y Londres como hizo recientemente con Matilda. Montaje de alta calidad, gran formato y medios a la altura y que hacen más grande la cartelera musical, tomada por propuestas de poco riesgo que se venden por la película o música que todo el mundo tiene en la cabeza.
Lo mejor: El mensaje final, que lo importante no es la religión o lo que sea que sigas, sino cómo te transforma en encontrar tu sitio y ayudar y entregarte. Azúcar tras la apariencia ácida.
Lo menos mejor: la obra no puede (era imposible) mantener el listón del inicio, una de las mejores oberturas del género, ejemplo de manual de lo que debe ser: involucrar al espectador y marcar el tono de la obra.
