Como un rompecabezas en verso actualizado, ‘Vive Molière’ va componiendo su historia y personalidad, con trazos de sí mismo, de sus personajes, de la música en directo que le envuelve.
Cada actor, cada actriz acerca con diferente intensidad los condicionantes que construyen un mito: vocación, adversidades, casualidad, éxito, fama, chismes… Sin dejar de esbozarnos una sonrisa constante y de cuando en cuando una carcajada.
El ritmo interpretativo que llevan Juan de Vera y Kevin de la Rosa es muy alto y, en ocasiones, a sus compañeros les cuesta encajar sus roles más sosegados. En cualquier caso, Laura Ferrer y el ‘moleriniano’ Mario Portillo defienden bien cada escena ante esos dos torbellinos.
Sobre el escenario destaca (en un rincón) el perfecto envoltorio musical que emanan las teclas de la soprano Marta Estal, que también se integra en la interpretación cuando es preciso, también con la dificultad de replicar a De Vera y De la Rosa.
El resultado final es un público que comienza algo dubitativo, va calentando poco a poco la mandíbula y termina con una sensación placentera de haber pasado un buen rato en compañía del genio francés y su galería de personajes estereotipados, llevados al límite de la parodia.