Gracias a obras como Vulva tenemos la oportunidad de entender en profundidad todo lo que puede haber detrás de una noticia y cuestionarnos nuestro papel en la sociedad.
Un texto basado en hechos reales. Consigue que te pares a pensar como el simple gesto de una búsqueda online, hacer un comentario o lo contrario, simplemente no posicionarte, puede estar contribuyendo a formar parte de una estrategia social, que sin darte cuenta crea un espectáculo pésimo y aberrante, produciendo un intenso dolor y catastróficas consecuencias. Esta obra es una crítica a un todo en el que todos tenemos nuestro propio personaje.
Destaca el elenco actoral y una dramaturgia perfectamente conectada. Capaz de transportarte de una época a otra, de un espacio a otro, de un personaje a otro de una forma ligera y amena. Todos los componentes de Vulva están creados, sincronizados y montados para llegar al espectador de hoy. La maestría con la que se mezclan los elementos, la luz, el espacio y los personajes, consiguen un espectáculo digno de posicionarse como esa obra de teatro que si no has visto, es como si te hubieses perdido cualquiera de los estrenos del año de tu plataforma de contenido a demanda favorita.
Vulva contribuye a un actor cultural tan necesario e imprescindible como el teatro, gracias a poner una vez más encima de la mesa y dando un golpe fuerte, el papel sanador de las historias. Historias que se cuentan es espacios donde el big data no tiene cabida, somos los espectadores, con nombre y apellidos, con conciencias únicas e independientes, quiénes deciden estar allí, quiénes deciden estar presentes y salen del teatro siendo un poquito mejores personas. Gracias a Vulva me sentí así, gracias a Vulva sentí que podía evolucionar como persona.