¡Mambo!

West Side Story. El Musical

West Side Story. El Musical
03/05/2019

“I want to live in America…” dicen sus protagonistas, yo creo que me quedaría a vivir en este espectáculo trabajo, sin duda, para los amantes de los musicales.

Solo llegar al teatro, la presentación en el escenario ya muestra que este no es un pequeño espectáculo, sino que tiene las pretensiones de una gran producción y que su escenografía no será de estar por casa. Increíbles cada uno de los escenarios que se presentan: desde el gimnasio donde se hace el baile al paso bajo el puente donde se decide el destino de los protagonistas, pasando por la icónica terraza donde bailan America, la tienda de novias, el bar de Doc o la habitación de María. El montaje sobre el escenario está pensado para hacerse a través de cambios dinámicos que no molestan al espectador y que transcurren con la narrativa con total naturalidad.

En esta versión icónica del Romeo y Julieta de Shakespeare, bajo el prisma de Leonard Bernstein, uno de los elementos más acertados de la producción adaptada por Alejando y David Serrano es su reparto. Cada uno de los personajes, principales o secundarios, han estado elegidos con mucha precisión y representan sus papeles con marcada personalidad. Se tiene que destacar de una manera especial a Javier Ariano (Tony), Talía del Val (Maria) y Silvia Álvarez (Anita), que transmiten con sus interpretaciones la pasión y fuerza necesaria para sus personajes.

Ariano y del Val, Tony y Maria, tienen una química increíble y provocan que el espectador acabe enamorado de ellos y su historia. Se nota que los dos intérpretes se entienden con cada mirada, cada gesto y, sobre todo, con cada nota musical. Consiguen crear un espacio íntimo en cada declaración de amor, convirtiéndose en una sola voz en harmonías de canciones como One hand, one heart, uno de los momentos más delicados de la producción. Tanto en los momentos que comparten escenario, como en aquellos que protagonizan para lucirse, desprenden un trabajo muy cuidadoso en las interpretaciones, en los tempos, en la verdad de los sentimientos que tienen que transmitir. Ariano consigue erizar la piel con su María (el auditorio conteniendo la respiración hasta la nota final) y con su despliegue pasional en cada intervención. Talía del Val transmite a la perfección la inocencia y el despertar amoroso de María, evoluciona su interpretación al mismo tiempo que su personaje va adquiriendo peso y consciencia de su realidad. Su voz tiene un registro especial, que se modula en cada escena y que hace enmudecer a toda la platea en cada número que lo muestra con todo su potencial. Por ejemplo, en el momento I feel pretty comparte su registro con Rosalía (Teresa Ferrer), una de sus amigas, un duelo de registro vocal que se convierte en un momento cómico que hace reír al públic sin remedio.

Silvia Álvarez da vida a Anita y, como espera cualquier amante de este musical, descubrimos a una líder de las Shark fuerte, valiente, con carácter y una voz impotente. Álvarez pisa el escenario y su presencia eclipsa al resto de personajes, como lo tiene que hacer Anita. El número de America, todo un clásico, es una gran muestra de danza y voz por parte de Álvarez, pero hay dos escenas en que destaca especialmente. La primera, la que comparten Anita y María cuando muere Bernardo y María defiende su amor por Tony. En el momento A boy like that, Álvarez y del Val van reprochándose pensamientos y sentimientos cada vez con más tensión, más apasionadas, y con su dolor in crescendo sus voces también batallan hasta llegar al clímax de la discusión. Una argumentación en la cual también participa el espectador entregándose en cada interpelación. El otro momento que destacaría de la actuación de Álvarez es el abuso que sufre en el bar de Doc cuando va a entregar un mensaje de María a Tony. Una escena que golpea al púbico, que incomoda y que está trabajada con un carácter crudo y violento que transmite la miseria de la situación que vive Anita.

Buenas interpretaciones, una orquestra que te envuelve con cada nota y te traslada a un mundo mejor y unos números de danza que te inducen a un mundo onírico tan agradable que te quiere quedar a contemplarlo por mucho más tiempo.

Saldrás chasqueando los dedos, silbando, bailando, cantando María y Yo quiero vivir en America…, pero sobre todo te irás con ganas de volver a entrar y vivir de nuevo en el Nueva York de los años 70. Pues venga… ¡Mambo!

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