Quien se acerque a este montaje de Xavier Albertí, descubrirá un espectáculo respetuoso con el texto de Tirso de Molina, pero al mismo tiempo rompedor en cuanto a la escenografía y a la acertada introducción de un reivindicativo y actualizador monólogo de otra pieza de Tirso, La dama del olivar, muy parecido al de la Laurencia de Fuenteovejuna de Lope de Vega, pese a que siga siendo un hombre/fantasma el encargado de restituir el honor perdido de la mujer.
Don Juan encarna el arquetipo de seductor pendenciero y jactancioso que nunca se arrepiente de sus actos. Don Juan viene a representar todos los males del heteropatriarcado que tan nocivos han resultado y siguen resultando. Él es el hombre coleccionista de conquistas que necesita reafirmar su frágil masculinidad por medio del engaño. Y es que, el narcisismo patológico de Don Juan le lleva a relacionarse con el sexo femenino siempre desde esa posición de superioridad, nunca desde la igualdad. En esa dinámica, las mujeres resultan para él objetos de usar y tirar. Aunque Don Juan pueda resultar demasiado lejano, uno no puede evitar preguntarse sobre su vigencia en el siglo XXI a la vista de episodios tan lamentables como el de la Manada.
Christian Grey (Cincuenta sombras de Grey), Hardin Scott (After), Hache (Tres metros sobre el cielo) son solo algunos de los «machirulos» modernos que sutilmente nos han vendido el cine y la literatura como modelos «ideales» de parejas a las que aspirar, hombres «malotes» que necesitan ser redimidos por la mujer angelical, tal y como le sucedía al Tenorio en el remake que llevó a cabo José Zorrilla en pleno Romanticismo y cuyas nefastas consecuencias seguimos arrastrando en la actualidad. Sin embargo, estamos en el siglo XVII y Tirso no sería tan magnánimo con este pionero estafador del amor. El atractivo Mikel Arostegui se enfunda en la piel del galán y hay que reconocer que el papel le viene como anillo al dedo. Precioso vestuario y grandísimas interpretaciones en una función donde quisiera resaltar dos momentos estelares: el de la pescadora Tisbea y el de la cena de ultratumba.