«The Ópera Locos» es una obra maestra del teatro. Con esta afirmación comenzamos nuestro relato.
Las cinco voces nos subyugan desde la primera aria; todas las que cantan con su maravilloso talento son archiconocidas y las que no lo son se convierten en nuestras favoritas enseguida.
Pero nuestros protagonistas no se limitan a cantar, dan vida a cada palabra dotándola de fuerza, veracidad y sentido. Todo lo que entonan está relacionado con la acción, maravillosamente interpretada y dirigida.
No hay texto: este no hace falta ya que con las intenciones es suficiente. Los personajes están perfectamente delineados y los reconocemos en cuanto aparecen en escena.
La escenografía les arropa y ayuda como si fuera una delicada bombonera. El vestuario y la caracterización son maravillosos y definen cada personaje. La dirección les ayuda a canalizar y a dosificar la energía en escena ya que el enorme esfuerzo que conlleva cada aria lo hace necesario. Los arreglos musicales están portentosamente creados y llevados a cabo.
He dejado para el final una pieza fundamental de la obra; la que se podría llamar «el Quinto Beatle» o en este caso el sexto protagonista: el sonido.
Que se escuchen tan bien las arias y las letras no es casualidad; es trabajo del diseñador y técnico de sonido. Si esta obra es un éxito es porque, entre otras cosas, hay una persona que está en una cabina y consigue que se sienta la música increiblemente bien en un escenario donde normalmente, el sonido es bastante defectuoso. ¡Enhorabuena!
Aquí termina mi relato. Esta obra parte de gira. Si tienen ocasión de verla no se la pierdan. Reirán y se emocionarán como en la vida solo que mejor.