EN FEBRERO

La directora Carlota Ferrer hace doblete con ‘La leona’ y ‘Los nadadores diurnos’

La creadora se alía de nuevo con la danza de Olga Pericet y con los textos del dramaturgo José Manuel Mora

Mariajo López

Este mes de febrero la directora Carlota Ferrer implorará más de una vez que le sea concedido el don de la ubicuidad para atender las dos producciones que tendrá en escena: La leona, en Conde Duque del 9 al 11 de febrero, y Los nadadores diurnos, en las Naves del Español de Matadero, del 8 de febrero al 5 de marzo.

olga pericet en 'La leona' dirigido por Carlota Ferrer

Carlota Ferrer dirige a Olga Pericet en ‘La leona’, en referencia al primer prototipo de guitarra española.

El támdem Carlota Ferrer – Olga Pericet ya se ha demostrado exitoso en La espina que quiso ser flor o la flor que soñó con ser bailaora y en Un cuerpo infinito. Como no hay dos sin tres (si la fórmula funciona), estas dos artistas se unen de nuevo para rendir un pequeño homenaje a La Leona, la guitarra del mismo nombre concebida por Antonio de Torres, un luthier almeriense del siglo XIX que creó el que es considerado primer prototipo de guitarra española.

Junto a cinco músicos, la Premio Nacional de Danza 2018 se desnuda física y espiritualmente en un baile reivindicativo y contestatario. Así, establece un diálogo entre el animal y el instrumento en una búsqueda de la esencia de este arte.

En La Leona alternan la rondeña, la bambera, la rumba, el fandango o la farruca. Olga Pericet busca la genealogía y las raíces, pero también los misterios y poéticas de la guitarra en la escena actual.

Los nadadores diurnos (Salón de belleza)

Continuación de la premiada Los nadadores nocturnos (Premio Max a mejor espectáculo revelación en 2015), este nuevo montaje dirigido por Carlota Ferrer retoma los personajes y la acción allí donde terminaba la primera parte. Pero no es necesario haber visto la obra original para disfrutar de esta segunda entrega, totalmente independiente, y protagonizada por Enrico Bárbaro JR, Carlos Beluga, Julia de Castro, Juan Codina, Carlota Ferrer, Tagore González, Manuel Tejera y Alberto Velasco.

Imagen de 'Los nadadores diurnos' de José Manuel Mora

Con mucho humor negro y bañada por la música original de Tagore González, Los nadadores nocturnos conforma un caleidoscopio de fragmentos y trozos de vida de unos personajes incapaces de encajar en las exigencias de nuestra sociedad. Solo que, en lugar de reunirse en una piscina, se encuentran en un salón de belleza, una suerte de umbral hacia la muerte −o hacia una nueva vida−, un balneario donde ajustan cuentas consigo mismos y se preparan física y moralmente para cruzar la orilla. Este salón de belleza es también un spa en el que todos aquellos que ya están cansados del mundo, pero que saben que no hay nada más importante que los cuidados compartidos, encuentran un lugar en el que guarecerse.
El salón de belleza está regentado por el hijo de Jean G −fundador de la Orden de Los Nadadores Nocturnos−, el niño con el que concluía la función de Los nadadores nocturnos y que sobrevivió al ataque final e incendio de la Orden. Así, en el salón de belleza nos encontramos, por un lado, con la intrahistoria de ese niño, es decir, con el intento de concepción real de un hijo biológico y natural −con múltiples y surrealistas avatares médico-logísticos propios de una screwball comedy− por parte del autor de la pieza y su traductora al alemán; y, por otro lado, con la vida de todos los personajes que acuden a este decimonónico salón de belleza en busca de la liberación de viejos dolores y, al mismo tiempo, prepararse −y ponerse monísimos− para cruzar el umbral.

 

Escrito por
Mariajo López TWITTER

Periodista especializada en comunicación cultural y artes escénicas.

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