El Teatro del Barrio quiere desbordarse, salirse de sí mismo, de sus paredes y de su patio de butacas e inundar el barrio de Lavapiés de cultura, artes escénicas y teatro político. Por este motivo, la presentación de su próxima temporada tuvo lugar en el espacio Esto no es una plaza ¡en forma de Verbena chica! Sí, con sus guirnaldas de banderines, sus claveles en la cabeza y, cómo no, una cervecita para terminar. Y es que ¿cuánto llevábamos sin hacerlo?
Desde el teatro nos proponen su nueva programación bajo el lema «Vamos a hacerlo«, una propuesta vital y optimista que hace referencia al parón obligado que sufrieron nuestras vidas en marzo de 2020, y del que todavía no nos hemos recuperando del todo.
Refundar un teatro político para el s. XXI
«Nuestra programación parte de la premisa de que queremos contribuir a la generación de un teatro político para el siglo XI. Un teatro que busque equilibrar las voces y los gritos. Un teatro político para el presente que ha de ser polifónico y diverso como lo es el mundo.» defiende Ana Belén Santiago, al frente de la dirección artística del teatro.
Desde la sala de Lavapiés se han dado cuenta de que el problema ya no es la falta de información. La saturación de datos y mensajes genera confusión, por eso, toman de referencia ese teatro que ha desplegado su radar para detectar lo injusto y señalarnos las sombras y los monstruos. En 2021-2022 se plantean refundar un Teatro Político del Siglo XXI a través de la acción ciudadana, generando una conversación que se nutra de artistas y vecinas, e investigue, provoque, inspire e impulse y, como viene siendo habitual en sus siete temporadas anteriores, «reivindicando las artes y su capacidad de transformación a partir de la ética y la poética».
Grandes nombres y nuevos impulsos
Entre los grandes nombres que destacan en la cartelera del Teatro del Barrio estarán Andrés Lima y Bob Pop, que van a visibilizar la libertar sexual y la enfermedad con la pieza Los Días Ajenos de Bob Pop. Además, se impulsarán tres nuevas producciones propias. En Contarlo para no olvidar, con Amparo Pamplona e Isabel Serrano, Miguel Rellán adapta el libro homónimo de Mónica García Prieto y Maruja Torres, que recoge una extensa conversación entre ambas corresponsales de guerra en todo un debate sobre la forma de representar a las víctimas. También Cómo hemos llegado hasta aquí, un texto de Olga Iglesias y Nerea Pérez de las Heras, y dirección de Andrea Jiménez que oscila entre el stand up, la autoficción, el humor absurdo, el cuento de hadas, el panfleto político y el análisis social. Un viaje del héroe mitológico clásico, solo que, aquí, el héroe es una bollera de Plasencia. Homenaje a Billy El Niño, de Ruth Sánchez y Jessica Belda con dirección de Eva Redondo, es un título de los que exhibe las huellas de nuestro pasado y nos obliga a enfrentarnos a nuestra memoria.
Junto a esta tríada, seguirán, tanto en el teatro como en gira, títulos propios de temporadas previas, como Feminismo para torpes, de Nerea Pérez de las Heras, y Los que hablan, de Pablo Rosal, con Malena Alterio y Luis Bermejo.
El Teatro del Barrio busca ser, además, un teatro de repertorio y entre sus artistas figuran Alberto San Juan, Los Torreznos, Pamela Palenciano, el Colectivo Más que Palabras (Poesía o barbarie), Patricia Sornosa, Silvia Albert Sopale, Pepe Viyuela y Amás Escena.
Un cartel feminista, racializado y ecologista
El Teatro del Barrio presenta, una vez más, una programación esencialmente feminista con propuestas como Mujer en cinta de correr sobre fondo negro de Alessandra García, Elisa y Marcela, con texto de A Panadaría y Gena Baamonde, Catalina, la primera pieza del colectivo Iniciativa Sexual Femenina, que forman Elise Moreau, Cristina Morales y Elisa Keisane o As Fillas bravas, de la compañía gallega Chevere Teatro. También con el fin de visibilizar la diversidad racial y reclamar discursos propios, la compañía Teatro sin papeles presenta Las latinas.
En Atocha: El revés de la luz, con dramaturgia y dirección de Javier Durán y que se podrá ver se revisa una parte poco abordada de nuestra historia reciente. Excalibur y otras historias de animales muertos, de las Hermanas Picohueso, es un “documental” con marionetas que presentan la oveja Dolly y la perra Laika. Se enmarca en la categoría muy poco habitual de Teatro Ecologista, desde unos códigos de humor negro radical.
Dentro y fuera del teatro
Con el fin de crear una suerte de Habitación Propia para los creadores y creadoras dentro del teatro se impulsa un programa estable de residencias en el que se ubica La gran cacería, una reflexión sobre la migraciones y la violencia, que nace del encuentro de tres creadores escénicos: Juan Mayorga, Alberto San Juan y Sol Picó. Hijas de Bernarda, de Arena Teatro, es un laboratorio de creación teatral que toma como base la experiencia vital de las personas africanas y afrodescendientes y cuya primera propuesta es ficcionar La Casa de Bernarda Alba de Lorca. No soy tu gitana, de Silvia Agüero, Pamela Palenciano y Nüll García, es un monólogo sobre el radical desconocimiento que existe sobre lo gitano y los feminismos gitanos y, por último, Teo encadenado, de Rulo Pardo y Rubén Cano, es una residencia artística de apoyo a un proceso de investigación y experimentación sobre fórmulas de metáfora y poética en la escena asociadas a lo político.
En su voluntad por desbordarse fuera del teatro, se pondrán en marcha actividades paralelas a la programación artística, como Los martes vecinales, Caídos del cielo, un proyecto de Paloma Pedrero que congrega semanalmente a personas en situación de vulnerabilidad y Museo Situado es una línea de colaboración entablada entre el Museo Reina Sofía y distintos colectivos y asociaciones vecinales del barrio de Lavapiés, entre otros.
Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi