Los clásicos no pasan de moda porque sus temas siguen estando vigentes con el paso del tiempo. El Rey Lear de William Shakespeare es una obra maestra que ha superado a diferentes generaciones y cautivado a audiencias a lo largo de los siglos. Su complejidad emocional, las intrigas entre los diferentes personajes y un profundo examen de la condición humana han inspirado numerosas adaptaciones en diversas formas artísticas, incluida la ópera. Al llevar esta trágica historia a la ópera, se abre un nuevo mundo de posibilidades artísticas y emocionales. Aquí, exploraremos tres elementos esenciales para disfrutar plenamente de esta representación operística.
Imagen de la obra ‘Lear’ de Reimann Foto: © Elisa Haberer
1. Voces que conmueven
La ópera contemporánea ha abierto nuevas puertas a la reinterpretación de clásicos atemporales, y Lear de Aribert Reimann no es una excepción. Esta adaptación moderna de la obra maestra de Shakespeare ofrece una experiencia única donde la lírica intensifica las tensiones dramáticas. Considerada como una de las más importantes partituras operísticas de la segunda mitad del siglo XX, Calixto Beito, el director de escena, compara esta obra con la Capilla Sixtina en un intento de expresar su dimensión colosal.
Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, define así al protagonista: «Lear está realmente convencido de que, pobre insensato, al despojarse de su corona su autoridad va a continuar inamovible, como si legitimara algo superior e independiente del poder tangible que ha disfrutado desde siempre».
Según palabras del director musical, Ashler Fisch, «En 40 años de experiencia, la interpretación de Bo – el actor que interpreta a Lear- es la mejor que he visto nunca. Consigue una simbiosis fantástica entre la interpretación y la música».
2. Exploración de la psique humana
La ópera Lear de Aribert Reimann destaca por su penetrante exploración psicológica de los personajes, llevando la complejidad emocional de la tragedia de Shakespeare a nuevas alturas. La partitura de Reimann, rica en matices y texturas, se convierte en un vehículo poderoso para transmitir las profundidades de la psique humana en las que se mueven sus protagonistas. El libreto de Claus Hannberg capta la esencia de Shakespeare con sus conflictos y capas interpretativas, dando un amplio espacio a la orquesta para ahondar en las temas que aborda la trama: la ceguera de poder, la ambición desmedida, las relaciones familiares tóxicas, la ingratitud, la vejez, la locura y un largo etcétera.
Bo Shovhus, actor protagonista que encarna a Lear lo define así: «Todo lo que quiere Reimann es expresión, Lear no sabe cómo expresarse y eso afecta a la música. Para mí, lo esencial de esta obra es reflexionar sobre qué hacemos con las personas mayores. Ya no forman parte de la sociedad, las encerramos y les ponemos en residencias y les apartamos. Ya no es normal que formen parte de la familia».
3. Simbolismo visual y escenográfico
La dirección escénica de Calixto Beito va más allá de lo convencional, creando imágenes que impactan profundamente en el espectador. La narrativa visual se entrelaza con la música para dar vida a los temas y simbolismos de la obra, creando una experiencia teatral que trasciende los límites de lo ordinario.
Yves Lenoir, encargado de la reposición de esta ópera lo define así: «Calixto ha dado un acercamiento extremadamente sensible e inmediato. Él habla de la muerte de su padre para entender este enfoque que ha dado a Lear. Cómo estaba en su cabecera y el recuerdo que había quedado en él, ese abandono del cuerpo».
La escenografía, diseñada por Rebecca Ringst, con iluminación de Franck Evin y una potente iconografía simbólica, explora desde el Barroco español al Expresionismo centroeuropeo, destacando la poderosa evocación de la Pietà de Miguel Ángel o de la Lamentación sobre Cristo muerto, de Andrea Mantegna.
La Piedad del Vaticano o ‘Pietà’ es un grupo escultórico en mármol realizado por Miguel Ángel. Fuente imagen: Wikipedia
La intensidad emocional y la poderosa conexión entre la música y la narrativa visual aseguran que la experiencia resuene mucho después de que se baje el telón. Desde el diseño de vestuario hasta la elección de elementos escenográficos, cada detalle contribuye a la comprensión profunda de la obra.
En conclusión, Lear de Aribert Reimann no solo es una ópera, es una experiencia transformadora. Desde su profundidad psicológica hasta su innovación estilística, esta obra desafía, emociona y cautiva, posicionándose como una joya vanguardista en el panorama operístico contemporáneo.
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