Leo el título. GRRRL.
No puedo casi ni decirlo, claro. Pero me llega su fuerza, con todas sus mayúsculas. Y me llega también su esencia femenina. No solo porque inevitablemente recuerda a GIRL (‘chica’ o ‘niña’, en inglés). No solo porque nace de dos mujeres (Sara García Pereda escribe y codirige, junto a Xus de la Cruz). No solo porque el elenco es mayoritariamente femenino (Carmen Díaz, Esperanza Elipe, Paula Mira, Silvana Navas, Alba Recondo y Eva Santolaria; junto a David Castillo y Raúl Fernández de Pablo).
Es, sobre todo, porque ese título me suena a punk. A punk feminista. Al punk que inició el movimiento Riot Grrrl, que reinvindicó un lugar para las mujeres, en los años 90, especialmente en la música y en los medios de comunicación. Así que me pongo a las Bikini Kill para que su fuerza me llegue mientras escribo esto.
GRRRL es un montaje que se compone de trece relatos en los que hay un «hasta aquí». Que haya trece relatos también me lleva a ese movimiento riot grrrl que usó el fanzine como medio de comunicación, en el que escribían todo (desde poesía hasta manifiestos feministas) lo que no se publicaba en los medios generales. Un fanzine que propició el encuentro entre las mujeres.
No sé si hay un nexo buscado entre GRRRL y el Riot Grrrl, pero la verdad es que no me importa si lo hay o no. Me importa, en el fondo, sentir que un título evoque esto, suene a fuerza, a feminismo y a muchas ganas de encontrarnos en las salas para gritar. Concretamente, en la sala del Teatro María Guerrero, del 24 de enero al 2 de marzo.
Ese encuentro que valga para todos. Ahora yo tengo la suerte de encontrarme con una de sus actrices: Eva Santolaria.
¿Cómo estás? ¿Cómo están yendo los ensayos?
Bien, bien. Intensos, porque cada día se van añadiendo cosas.
Cuéntame cómo entraste en el proyecto.
Yo me estaba tomando un café, me llamó mi representante y me dijo que nos habían ofrecido este proyecto para el Centro Dramático Nacional. Y creo que entré en colapso mental de la emoción de estar aquí, haciendo teatro después de bastante tiempo, y en Madrid.
En el cartel de la obra se dice que el título, GRRRL, no pretende ser palabra sino rugido. ¿Qué significa esto?
Hay cosas que Sara y Xus te podrían explicar mejor que yo. La obra habla de cosas que vives sin darte cuenta; son situaciones que te van erosionando poco a poco, como pequeñas gotitas. Pero llega un momento en el que lo que te sale de dentro es como un rugido, una rabia, un grito. Un «basta».
¿A ti se te da bien gritar?
Estoy en ello. [Risas].
¿Y este montaje te está ayudando a darte cuenta de que hay situaciones para decir «basta»?
Sí, sí, esto es lo maravilloso del texto: que habla de cosas que nos han pasado a todos. Son muy familiares. Y trabajar en este montaje me ha ayudado a ver esas pequeñas gotas que muchas veces pasan desapercibidas.
Todos estos relatos nacen, dice Sara García Pereda, la dramaturga y codirectora, del purple washing, es decir, de cómo se lava la imagen de algo o de alguien usando supuestamente el feminismo. ¿Todos los relatos tienen que ver con situaciones que sufrimos las mujeres?
Yo creo que habla de cosas que pasamos las personas, en general. Es verdad que muchas de esas cosas mayoritariamente las sufrimos las mujeres, porque convivimos todavía con ciertos tics machistas o autoritarios. Queda mucho camino por hacer. Pero creo que la obra tiene un mensaje para todo el mundo, hombres y mujeres.
¿Cuál es tu mayor «basta, hasta aquí»?
La verdad es que poder alzar la voz y decir «hasta aquí» cuesta mucho, porque siempre tienes cosas que perder. No es gratis el «hasta aquí». Todavía no sé si he llegado al momento de mi vida en el que me puedo permitir un «hasta aquí». Pero es verdad que tengo menos paciencia con cosas del paternalismo que me hacen sentir mal.
Todavía no sé si he llegado al momento de mi vida en el que me puedo permitir un «hasta aquí».
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, cuando te tratan como si fueras una niña, como si no supieras, como si te tuvieran que aleccionar. Es como si no te pusieran en valor. Y a veces es muy sutil, pero esos comportamientos ponen trabas para que no puedas ocupar el lugar que tú tienes. Eso me molesta especialmente, porque todos tenemos y merecemos un lugar. Creo que hay que respetar el «tú a tú». Pero me cuesta el «hasta aquí».
Al menos, el primer paso es detectar lo que nos molesta, ¿no?
Sí. La edad ayuda a que detectes las cosas más rápido. Antes lo pasaba por alto o me lo callaba. Pero una de las cosas buenas de ir cumpliendo años es que también aprendes a que hay cosas que no pueden ser.
Dices esto de la edad y de que no te gusta que te traten como una niña, y una de las claves del movimiento Riot grrrl fue precisamente el de apropiarse del término girl, ‘chica’ o ‘niña’ para reivindicarlo y convertirlo en ese ‘grrrl’; para darle fuerza. ¿Crees que tiene una connotación negativa ese término de «niña»?
No sé si es el término. Es simplemente que yo soy una mujer, no una niña, y no es justo que nadie te trate con paternalismo.
Es que no se le suele llamar «niño» a un hombre de treinta, cuarenta o cincuenta años, pero tal vez sí nos lo permitimos con una mujer.
Sí… Bueno, no sé si a ellos les pasa. Es que también habría que hablarlo con ellos. Creo, más bien, que tiene que ver con las personas: hay personas, hombres y mujeres, que hablan desde ese lugar.
Háblame sobre este montaje: son trece relatos ¿y los actores hacéis varios personajes?
Sí. Todos hacemos varios personajes, y a veces, aunque no tengamos texto, aparecemos en otras escenas. Sara y Xus han ido metiendo capas para hacer una propuesta coral y que te provoque. Y me gusta, además, que los personajes a veces no tienen un nombre propio: se llaman «la madre», «la becaria»… Porque nos reflejan a todos. Todos conocemos a alguien que ha pasado por las situaciones que se cuentan en la obra. A veces, tú misma, porque no eres igual en todas tus facetas. Y, por ejemplo, a veces te pueden poner como becaria en lugares que no te corresponderían por edad; y a veces te ponen en un rol inferior. Ese es un ejemplo.
¿Cómo crees que va a salir el público de este espectáculo?
No lo sé. Tengo mucha curiosidad. Pero yo creo que las directoras, con la propuesta teatral, quieren provocar al espectador; que no le deje indiferente. Es lo que yo creo, porque esta es su historia y su visión, y los intérpretes estamos ahí para dar vida a sus personajes. Para poner el alma ahí. A mí me apasiona formar parte de algo que otros quieren contar. Ser una pieza más de eso que ellas quieren contar.
¿Y a ti cómo te gustaría que saliera el público?
Me gustaría que saliera haciéndose preguntas. Que sea una de esas funciones de las que sales para tomarte algo y comentarla. Que vean si algo de esto que contamos les ha pasado. Que lo pongan en común. Que reflexionen. Que se les encienda el piloto rojo si han vivido alguna de estas situaciones.
Que se les encienda el piloto rojo si han vivido alguna de estas situaciones.
Dime una frase de la obra.
«No creo que sea algo tan difícil preguntar». Es una frase que dice uno de mis personajes y me gusta mucho. A veces se nos olvida preguntar a quien tienes al lado, simplemente, «¿cómo estás?».
Consigue ya tus entradas: