Madrid. Noche. Noche lluviosa para ser exactos, de esas que te calan los tacones. Podría ser una noche cualquiera en la que Canadá vuelve a casa de trabajar, se ducha y se acuesta. Pero, por suerte o por desgracia, no lo es. Así comienza FAN de La Corona Producciones, que durante los domingos de septiembre a diciembre habita la Sala Lola Membrives del Teatro Lara. Hablamos con Laura Ledesma, actriz, co-autora y co-directora de esta comedia.
Entrevista a Laura Ledesma
¿Qué va a encontrar el público que se anime a disfrutar de FAN?
Laura Ledesma: Lo que va a encontrar el público es una comedia muy disparatada, una comedia de situación de las de toda la vida, tipo sitcom. Hay gente que dice que les recuerda a Friends o a comedias de situación clásicas españolas, pero traída al S.XXI. A la vez, hacemos un viaje y reflexionamos mucho sobre el ego, sobre lo que significa el éxito, las relaciones de amistad, que, de repente, llevan caminos diferentes. Hacemos un viaje a temas con los que todos nos sentimos relacionados, siempre desde la comedia.
«Fan trata un hecho que nos ha sucedido a nosotros realmente, un hecho doloroso que hemos sido capaces de poner al servicio del arte»
¿De dónde surgió esta obra? ¿Cómo nace?
Esta obra la escribió Juan Jesús di Manuel, que interpreta, además, al personaje de Canadá. Tenía un proyecto previo que se llamaba ‘Fan’ pero de ahí solamente tomamos la premisa y durante el confinamiento la desarrollamos. Así nació una obra completamente nueva en la que lo único que quedan son los nombres de los personajes, pero nada más. En realidad es una función que para nosotros es bastante catártica porque, sin hacer spoiler, Fan trata un hecho que nos ha sucedido a nosotros realmente, un hecho doloroso que hemos sido capaces de poner al servicio del arte.
Hablas todo el tiempo de nosotros, ¿cómo es crear desde lo colectivo?
Sí, en La Corona Producciones siempre funcionamos así. Es nuestro tercer montaje y nuestro sello es trabajar siempre en equipo. Juanje es quien firma el texto pero nosotros somos co-autores, porque aunque la mano que escribe ha sido la suya, el resto hemos estado coordinando la historia, supervisando las tramas, todo unificado bajo sus manos. La dirección la hacemos mi compañera Eva Ramos y yo y la producción entre todos.
Has ideado un personaje que vas a acabar interpretando tú misma bajo tu mirada como directora, ¿cómo vives estar en todas las partes del proceso?
Es muy satisfactorio en muchos momentos y, en en otros, me genera mucha ansiedad. Llega un momento, cuando nos acercamos a la fecha de estreno, en el que tengo que estar pendiente de tantas cosas, que se vuelve un estrés constante, siempre desde el gusto. Sarna con gusto no pica. Son semanas en las que pienso que no vamos a llegar. Hasta que no está todo montado en el escenario y hemos ensayado varias veces no me quedo tranquila, pero es muy satisfactorio. Al final somos un grupo de actores que creamos esta compañía para poder generar nuestras propias historias cuando no teníamos proyectos de otros y para hablar de los temas que nos interesaban.Poder hacer eso es una suerte y es muy gratificante.
Se titula Fan, ¿qué puedes contarnos sobre el título?
De alguna manera, se habla del fenómeno fan, de lo que supone. En realidad es una crítica a la sociedad en la que exploramos lo que significa ser fan, la volatilidad del «fenómeno fan». A mí en particular, y a mi compañera Eva, cuando lo dirigíamos, nos interesaba mucho lo que lleva a una persona a volverse fan de alguien y cuáles son los límites.
¿Tú eres fan?
Yo sí, soy fan de muchas cosas. De las buenas series, mucho. Soy de las que se puede engullir una serie capítulo a capítulo y estar un día en el sofá viendo series tranquilamente. También soy fan de comer rico y del buen vino.
¿Las series han sido una referencia para montar esta obra?
Sí, hay gente a la que le recuerda a series tipo sitcom, comedias rápidas. En la primera parte de la obra todo sucede muy rápido dentro de situaciones muy locas. Fan es una función que va llevando a los personajes al extremo. La historia parte de Canadá, un artista venido a menos que canta en un bar que podría estar en Malasaña o Chueca. Un día vuelve de trabajar y se encuentra a Mónica debajo de su casa que está llorando desconsoladamente y no sé sabe bien cómo, acaba subiendo a su casa. A partir de ahí sucede toda la historia, que tiene ingredientes como un secuestro, un reencuentro, un montón de situaciones que van llevando a los personajes al borde de la locura.
En la pieza reflexionáis sobre la amistad, el éxito… ¿Tiene que ver con vuestro momento vital? ¿Dirías que es una obra generacional?
Si me hubieras preguntado esto con los otros dos montajes previos de la productora te habría dicho que sí porque siento que nuestros shows han ido creciendo con nosotros. Empezamos con Una corona para Claudia, que era un musical muy enfocado a la generación milennial con referencias a cosas con las que hemos crecido nosotros. El siguiente, El grito de la tortuga, también tenía que ver con algo de esta generación pero ya nos metíamos en temas como abuso, feminismo… Era un poco más maduro. Sin embargo, esta, aunque los personajes tienen 30 años, podría ser una historia de gente de 50, de 60… Y, de hecho, ha venido a vernos gente de todas las edades y todo el mundo la disfruta mucho. Hacemos referencia a temas universales aunque lo escribimos desde nuestra voz de 30 años y supongo que eso también se traslada, pero es una obra que puede conectar y hacer reír a personas muy diferentes y de diversas edades. Incluso a niños.
Como actriz, ¿cuál dirías que es el reto más difícil que has tenido que afrontar?
Bueno, Mónica es un personaje muy complicado. Es un personaje que todo el rato parece que es una cosa y luego acaba siendo otra. La obra la va llevando a situaciones muy extremas y ella va perdiendo el control. Me preocupaba mucho acabar haciendo un personaje que pareciera «loca» y ya está. Quería realmente darle humanidad y una profundidad. Cuando tienes un texto en el que prima la comedia, a veces es difícil sacar la verdad de ahí, pero creo que lo hemos conseguido. Hemos podido trabajar más desde la verdad de la historia y no tanto desde la forma.
¿Cómo estáis viviendo vuestro paso por el Teatro Lara?
Pues es que el Lara es nuestra casa. Hemos estado con nuestras otras dos funciones allí también. Con Una corona para Claudia nos tiramos dos años en la Lola Membives, entonces al final cuando escribíamos la obra, nos la imaginábamos ahí. Es un espacio que conocemos y la escenografía la diseñamos para este espacio. Nosotros felices y el equipo del Lara siempre nos cuida muchísimo.