Flashdance, el musical

Cuando hablamos de los años 80, lo primero que nos viene a todos a la cabeza es la sobrevalorada (perdónenme) movida madrileña. Para mí, que tenía 5-15 años, los años 80 fueron La Bola de Cristal, Fama, Dirty Dancing, El Coche Fantástico, El Equipo A…y Flashdance. Y todos sabemos que lo que vemos a estas edades se convierte en lo mejor que ha existido y existirá. De ahí que tuviera cierto recelo en asistir anoche (5 de marzo de 2020) a esta obra pese a tener las entradas compradas desde abril de 2019. Después de ver otras versiones teatrales fallidas de mis Top10 de la infancia, no sabía qué me iba a encontrar; y, lo que me encontré… buah.

Si bien es cierto que la obra no comienza al 100%, en pocas escenas te mete dentro y te engancha. Vestuario, elenco, canciones versionadas, canciones nuevas, escenografía, luces; todo diseñado no para parecer de los 80 sino para ser los 80.

Lo que más me gusta es que todos y cada uno de los personajes secundarios tienen su momento en la obra sin estar metido con calzador. Todos pueden lucirse. También es verdad que unos mejor que otros. Permítanme entresacar la actuación de Miguel Ramiro en el papel de C.C., el dueño del garito de la competencia donde baila la protagonista.

Tuve un momento de sobrecogimiento cuando, en el número final, la gente no seguía la música con las palmas (yo no lo suelo hacer por principios). Cosa rara. Cuando sonó el CHAN del final, se hizo el silencio durante un segundo que se me hizo eterno, con el corazón encogido temiendo que a la gente no le hubiera gustado tanto como a mí. Sin embargo, a ese fatídico segundo le siguió una de las mayores ovaciones que he oído en un teatro en España. Espectacular. Todos salimos encantados.

A todo esto, no he hablado de la obra… Para las nuevas generaciones que no hayan visto la película verán que el tema del empoderamiento femenino ya viene de lejos, solo que va cambiando de nombre con las décadas. Una chica sueña con ser bailarina y quiere entrar en una academia de élite. Para ganarse la vida trabaja por las noches bailando en un club y, por el día, como soldadora en una empresa metalúrgica, trabajo más habitual de los hombres… La historia nos cuenta cómo debemos afrontar nuestros temores y pelear por nuestros sueños. Un tema recurrente en un contexto maravilloso.

“La vida no es difícil; somos nosotros los que la complicamos”.

Es una de las enseñanzas que la protagonista de Flashdance, el musical recibe de un personaje muy cercano a ella. A veces, en vez de arriesgarnos para conseguir alcanzar (o, al menos, intentarlo) nuestros sueños, pensamos en todo aquello que podría salir mal y que lo único que consigue es paralizarnos. Es la postura que toma Alex Owens, una joven soldadora de día y bailarina exótica de noche.

El sueño de Alex es acceder a la academia de baile más prestigioso de la ciudad de Pittsburg y convertirse en bailarina profesional. Pero sus miedos pesan más que su talento y, a pesar de bailar noche y día, no se ve capaz de alcanzar su meta.

Todo cambia cuando decide rellenar el formulario de acceso con la ayuda de sus amigas y compañeras del local nocturno.

Si la película de los ’80 ya nos hizo disfrutar de la música, las coreografías y esta historia de superación, volver a hacerlo ahora es, sin duda, el plan perfecto.

En este musical todo está cuidado hasta el mínimo detalle.

La escenografía combina a la perfección el ambiente industrial con el mundo de las salas de baile y la sordidez de los locales nocturnos. Las transiciones de unos espacios a otros son muy fluidas, con atractivos juegos de luces e, incluso, de pirotecnia.

La música en directo es de una grandísima calidad. Destacan varios solos de instrumentos, como uno de violín que te dejan con la boca abierta. ¿Y quién no conoce éxitos como “What a feeling”, “Maniac” o “I love Rock ‘n’ Roll”?

La profesionalidad de los bailarines, dirigidos por Vicky Gómez, es asombrosa y las voces de cada uno de los miembros del elenco son impresionantes.

De todo ello, destaca el trabajo interpretativo de Amanda Diagón, la protagonista Alex Owens, tanto por su excelencia como por la fuerza con la que ejecuta cada una de las coreografías. Pero también por su voz, que emociona y anima a partes iguales.

Música ochentera, amor, superación y coreografías pegadizas que te invitan a bailar en la butaca. Flashdance, el musical convierte al Teatro Nuevo Apolo en una auténtica pista de baile.

Si estás dispuesto a dejarte atrapar por la esencia y el espíritu de los ’80, este es tu musical. ¿Preparados? ¿Listos? ¡A bailar!

Flashdance el musical es un bonito viaje hacia la nostalgia. Un espectáculo lleno de magia, con las canciones que todos y todas más o menos conocemos, sabemos y cantamos siempre que las escuchamos en cualquier lugar.
Me ha gustado mucho la escenografía, sin grandes pretensiones, pero utilizando cada espacio del escenario para tal uso.  De los personajes, la actriz que hace el rol de Alex, me ha cautivado: esa mezcla de garra, dulzura y miedo que tenía en la gran pantalla ha cobrado vida en el escenario de manera maravillosa. Tanto Nick como Gloria y el resto de personajes son capaces de transportarte a su drama, a sus sueños, a su vida... Quería destacar también a la actriz que da vida a Hannah. Es sensacional el aire fresco que aporta al musical. Esto la convierte a ella en un personaje entrañable y clave para el desarrollo de la historia.
Está visto que menos es más. Que no se necesita mucho para hacer un musical bien ejecutado, con unas voces maravillosas que el público puede escuchar y percibir, con una banda en directo que son capaces de hacerte enloquecer y con unos escenarios móviles prácticos, pero que te transportarán a Flashdance: un musical con unas coreografías únicas.
No sabia qué me encontraría en este espectáculo e iba un poco con miedo, pero poco a poco me he ido soltando y he terminado cantando y bailando en mi butaca. Dos actos que se te hacen cortos y que vas saboreando lentamente.
Una grata sorpresa, con actores y actrices para seguir muy de cerca, para disfrutar en el teatro Nuevo Apolo, que está apostando fuerte por espectáculos que darán mucho de que hablar.

Se trata de la primera vez que esta obra llega a España de la mano de la compañía inglesa de musicales Sellador Worldwide. Esta compañía fue creada en 2009, por David Hutchinson y Phillip Rowntree, inicialmente con el nombre de Sell a Door Theatre Company y centrada en la producción de shows nocturnos en el Reino Unido. Evolucionó rápidamente produciendo en 2017 más de 9 espectáculos musicales con representaciones en 8 países. FLASHDANCE, el musical es la primera producción de SelladorSpain, la división española de la compañía.

Flashdance se basa en la película de Adrian Lyne, del mismo título, estrenada en 1983 con guion de Tom Hedley y Joe Eszterhas. Un alegato a la superación personal, al poder de aferrarse a los sueños y por encima de todo, a la fe sin límites en el que cada cual es capaz de hacer por un mismo.

El equipo creativo de la propuesta está liderado por J.C. Storm, productor y director, con Guillermo González como director musical y Vicky Gómez como coreógrafa. El equipo artístico está formado por 25 artistas, actores, cantantes, bailarines y músicos, con música y voces en directo. Todas las canciones han sido traducidas al castellano sacado de las tres más conocidas que se interpretan en ángulos, “What a feeling“, la canción ganadora de un Oscar el 1983, “Maniac” y “Y love Rock and roll“.

FLASHDANCE el Musical, explica la historia de Alex Owens (Chanel Terrero), una chica de 18 años, soldadora de día y bailarina por la noche, que sueña al ir a la prestigiosa Shipley DanceAcademy y convertirse en una bailarina profesional. Los otros papeles protagonistas están interpretados por Sam Gómez (Nick), Clara Alvarado (Gloria), Alexandra Masangkay (Kiki), Cecilia López (Tess), Nacho Vera (Harry), Miguel Ramiro (C.C.), Olga Hueso (Hanna), David Ávila(Jimmy), Yolanda García (Ms. Wilde), Sergio Arce (Joe) y Manu Martínez (Andy). El cuerpo de baile está integrado por Javier Vachiano, Víctor Ares, Rafael Senén, Néstor Navarro, María Reina, Raquel Caurín, Alba Rubira, Irene Rubio, Naiomi Weiler y Lorena Rojas.

La coreografía ha incluido estilos de streetdance, bailes urbanos como lo “popping” o lo “locking” como homenaje al “breakdance”fenómeno en 80. Los bailarines a nuestro entender, lo hacen muy bien y realizan también acrobacias potentes.

La escenografía está formada por diferentes cuerpos estructurales móviles, metálicos, con escalas, y de diferentes alturas que se convierten en complemento de la coreografía creando diferentes espacios, ayudados por video proyecciones. Un cambio de escenografía que efectúan los mismos intérpretes, muy dinámico con transiciones entre escenas muy ágiles.

La adaptación musical de Guillermo González ha recuperado todos los temas musicales de la película añadiendo sonidos más metálicos y más cuerda. El equipo de músicos está formado por Borja Barriguete (teclados), Javier Casado (teclados), Francisco Palazón (viole), Juanjo Melero (guitarra), Javier Quílez (bajo) y David Hyam (percusión).

Curiosamente, a diferencia de casi todas las opiniones negativas que habíamos escuchado de nuestros amigos y conocidos, esta propuesta a nosotros nos ha gustado bastante, a pesar de que también tenemos que decir que la parte coreográfica supera en mucho a la parte vocal, e incluso en algunos momentos la voz de algunos protagonistas principales, el día de nuestra representación no llegaba con suficiente claridad a la platea, quedando tapada por la música. El resto de voces, cuando cantan conjuntamente, han estado correctas sin mes.

Una buena puesta en escena, estructurada en dos partes, dotada de una gran agilidad y un magnífico cuerpo de baile.

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