La última noche con mi hermano es un proyecto que ha nacido del deseo de trabajar de nuevo junto a Nuria Mencía y de la necesidad de tratar duelos que marcan nuestras biografías.
Sinopsis
En diciembre del año pasado murió el hermano de una amiga. Hablando con ella, me contó que había pasado la última noche acompañando a su hermano y me dijo que esa experiencia había cambiado totalmente su manera de ver la vida, de entender la muerte y de pensar sobre el sentido que quería darle al hecho de vivir.
Cuando la escuchaba, se encendió dentro de mí este título: La última noche con mi hermano, y creo que se lo dije al mismo tiempo que hablábamos, sin pensarlo demasiado. A ella le gustó la idea de que yo hiciera una obra con este título y siguió contándome detalles sobre lo terrible de la pérdida y sobre las sensaciones que la habían asaltado, incluidas las más extrañas: las que tenían que ver con lo cómico.
El duelo por la pérdida de una hermana o de un hermano es el que socialmente está menos acompañado. Es cierto que hay muchas maneras de vivir la hermandad y también es cierto que en muchas ocasiones se trata de vivencias en las que se instala la frialdad y la distancia, pero también es cierto que, en muchas ocasiones, la hermandad constituye un hecho esencial en la vida de las personas y la pérdida de la otra parte es una amputación real del ser.
Esta es la historia de Nagore, una mujer a la que diagnostican un cáncer, y su hermano Alberto, un hombre que no acepta la enfermedad de su hermana y que tendrá que aprender a aceptar su muerte. Alberto y Ainhoa tienen dos hijos Nahia y Oier, y Ainhoa tiene un hermano, Claudio. Esta es una familia de tres parejas de hermanos con vivencias muy diferentes sobre la hermandad. Una familia en la que Nagore, la mujer que vive sola, es un eje esencial.
La fraternidad es uno de los principios republicanos junto a la igualdad y la libertad. En nuestra constitución ya aparece con la derivación que ha tenido al concepto de solidaridad o social. En cualquier caso hace referencia a la idea de que “el otro” no es “ajeno”, sobre todo a que la fragilidad del otro pertenece a todos. La fraternidad, o la idea de que toda la humanidad forma parte de la misma familia, es un concepto antiguo y se ha usado para buscar paz y unidad con muy buenos y muy malos resultados. Me pregunto cómo la vivencia de la hermandad privada afecta a la vida pública, y de qué manera las relaciones de fraternidad en lo público influyen en lo privado.
Alfredo Sanzol
Funciones accesibles: 5 y 6 de marzo de 2026 SUB+AD+AA