Proyecto Zarza: El año pasado por agua

Proyecto Zarza: El año pasado por agua

El año pasado por agua es una nueva producción del Proyecto Zarza con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde y texto de Ricardo de la Vega, en una versión de Enrique Viana.

Un espectáculo representado por un grupo de jóvenes cantantes, actores y actrices elegidos tras un proceso de audiciones y acompañados por un grupo de cámara.

Sinopsis

Este Año pasado por agua pasa por encima de nosotros. Por encima del texto y por encima de la puesta, para hacer brillar la música de los maestros Chueca y Valverde bajo los destellos de una bola de espejos. Ilusión que ha dado vida a noches con música, revista y cabaret. Además, el apellido de uno de nuestros ilustres compositores rotula, hoy día, uno de los barrios más coloristas y libres de Madrid. ¿Por qué no abrazar tan mágica conjunción y llevar a escena un espectáculo lleno de lentejuelas y festividad? ¿Por qué no convertir esta representación en la celebración de la Nochevieja, en una revista con sus luces y sus sombras? De la vida que se va, la que cambia. La oportunidad de un año nuevo.

Hubo un momento en que llovió tanto en Madrid (durante el siglo XIX) que se temió por su futuro. Fue un año taaan loco, que pasado el tiempo se juntaron tres artistas para crear un espectáculo musical que hablara de esa agua incesante que casi inunda la capital. “El fin de Madrid” bajo la batuta del humor.

¿Y si ahora se acercase ese “fin” fuera más allá de nuestras fronteras? ¿Y si no hubiera manera de frenar el deshielo de los glaciares? ¿Los termómetros desorbitados? Peeero, ¿y si en la última noche del año, hiciéramos el balance de lo bueno y malo -como dice Mecano- y tuviéramos la oportunidad de tomar nuevas decisiones para evitar ese cataclismo, mejorar al planeta, a nosotros mismos?

Si las manecillas del reloj de la Puerta del Sol se parasen o anduviesen más despacio… Podríamos controlar el tiempo y cambiar las cosas. Bajo esa premisa nace mi visión como directora de “El año pasado por agua”.

¿Y si en vez de tomar una uva con cada campanada, pudiéramos congelar el momento y ver 12 veces magia?

La fiesta, la felicidad y la melancolía -inherentes a cada 31 de diciembre-, se entrelazan bajo un disparatado argumento y un vals de Neptuno a la altura de Drag Race.

El futuro no está escrito.

Todo puede cambiar.

Pero que me pille bailando.

Toda la noche entera.

Marta Eguilior

Sinopsis

Este Año pasado por agua pasa por encima de nosotros. Por encima del texto y por encima de la puesta, para hacer brillar la música de los maestros Chueca y Valverde bajo los destellos de una bola de espejos. Ilusión que ha dado vida a noches con música, revista y cabaret. Además, el apellido de uno de nuestros ilustres compositores rotula, hoy día, uno de los barrios más coloristas y libres de Madrid. ¿Por qué no abrazar tan mágica conjunción y llevar a escena un espectáculo lleno de lentejuelas y festividad? ¿Por qué no convertir esta representación en la celebración de la Nochevieja, en una revista con sus luces y sus sombras? De la vida que se va, la que cambia. La oportunidad de un año nuevo.

Hubo un momento en que llovió tanto en Madrid (durante el siglo XIX) que se temió por su futuro. Fue un año taaan loco, que pasado el tiempo se juntaron tres artistas para crear un espectáculo musical que hablara de esa agua incesante que casi inunda la capital. “El fin de Madrid” bajo la batuta del humor.

¿Y si ahora se acercase ese “fin” fuera más allá de nuestras fronteras? ¿Y si no hubiera manera de frenar el deshielo de los glaciares? ¿Los termómetros desorbitados? Peeero, ¿y si en la última noche del año, hiciéramos el balance de lo bueno y malo -como dice Mecano- y tuviéramos la oportunidad de tomar nuevas decisiones para evitar ese cataclismo, mejorar al planeta, a nosotros mismos?

Si las manecillas del reloj de la Puerta del Sol se parasen o anduviesen más despacio… Podríamos controlar el tiempo y cambiar las cosas. Bajo esa premisa nace mi visión como directora de “El año pasado por agua”.

¿Y si en vez de tomar una uva con cada campanada, pudiéramos congelar el momento y ver 12 veces magia?

La fiesta, la felicidad y la melancolía -inherentes a cada 31 de diciembre-, se entrelazan bajo un disparatado argumento y un vals de Neptuno a la altura de Drag Race.

El futuro no está escrito.

Todo puede cambiar.

Pero que me pille bailando.

Toda la noche entera.

Marta Eguilior

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