Tras el ensayo, del autor sueco Ingmar Bergman, es una obra íntima y penetrante que explora las fronteras entre la vida y el arte, la memoria y el deseo. Ernesto Caballero adapta y dirige este espectáculo que captura la profundidad psicológica y el lirismo de Bergman ofreciendo al espectador una experiencia teatral única donde el arte y la vida se entrelazan en un juego de espejos.
Sinopsis
. En un escenario vacío tras un ensayo teatral, el veterano director Henrik se queda solo, reflexionando sobre su carrera y sus obsesiones. La llegada inesperada de Anna, una joven actriz, y la irrupción del recuerdo de Rachel, una actriz del pasado, desencadenan un tenso y revelador triángulo emocional. A través de un diálogo denso y afilado, Bergman desvela las contradicciones del artista: su necesidad de control, su vulnerabilidad y su eterna lucha entre el compromiso con el arte y con los afectos reales. Con una estructura casi confesional y una atmósfera cargada de introspección, Tras el ensayo es una meditación sobre el tiempo, la herencia emocional y la complejidad de las relaciones humanas bajo el prisma implacable del teatro.
Palabras del director
Tras el ensayo (1984) es una obra que, bajo una apariencia escénica sobria, alberga una complejidad emocional y simbólica de gran densidad. En ella, Bergman se proyecta con crudeza y lucidez en su alter ego Henrik Vogler, para enfrentarse a los fantasmas del arte, el tiempo y la memoria.
Como director, me siento interpelado por las preguntas que plantea la obra: ¿qué lugar ocupa el creador en la escena contemporánea?, ¿qué vínculos genera con quienes lo rodean?, ¿cómo se conjugan en ese espacio el deseo, la memoria y la representación?
Henrik Vogler encarna un modelo de director forjado en otro tiempo, portador de una autoridad casi incontestada que hoy, desde una mirada actual, suscita distancia crítica. Esta versión busca explorar esa tensión entre un paradigma escénico en revisión y las nuevas sensibilidades que atraviesan nuestra práctica teatral. Las relaciones entre Vogler, una joven actriz y la madre de esta -antigua amante y actriz también- exponen dinámicas de poder emocional y simbólico, pero también las ambivalencias del deseo, el carisma y el tiempo que pasa.
He optado por una puesta en escena austera, centrada en el trabajo actoral, que permita a los intérpretes moverse en ese territorio incierto donde el rol asumido y la persona real se confunden, esa frontera porosa entre la ficción y la vida. Porque al final de ese ensayo lo que queda es la verdad desnuda de lo vivido. Y quizás también, la inquietante sospecha de que el ensayo no era sino la verdadera función.
Ernesto Caballero