Potente e imperecedero juego de seducción y sus peligros

1888. Señorita Julia

1888. Señorita Julia
21/07/2022

Los clásicos lo son por algo. Siguen resonando aunque pasen los años. Es el caso de la Señorita Julia de Strindberg: una aristócrata que juega a desear la libertad de clase, un criado tan arribista como temeroso de su amo y una criada espectadora (ausente en este montaje), la magia de la noche más corta del año, placer, dolor, verdades y mentiras, cadenas impuestas, algunas más o menos voluntariamente, el qué dirán…

Sin ser yo muy amante de las relecturas (clasicón que es uno) pese al riesgo de desfase (hola, comedias de Shakespeare), esta 1888. Señorita Julia a cargo de Xoán C. Mejuto, también coprotagonista, es una relectura inteligente y no un simple (a veces lo parecen) parasitar lo ajeno. La aportación, a mi entender, en este caso es no centrar la propuesta en la lucha de clases tan marcada en el original sino en la de géneros, la seducción y los roles impuestos.

Julia (parece que) se ha suicidado, Juan, el criado, es el sospechoso, y con un envolvente aroma cinematográfico, asistimos a su interrogatorio. A través de sus diferentes versiones y flashbacks vamos intentando discernir qué pasó entre esos caracteres tan opuestos, en ese juego de seducción y miedo mutuos, de verdades y mentiras, fantasías y el pavor que a veces lleva que se hagan realidad, de jaulas abiertas de las que se puede salir… o entrar.

Así, esta adaptación, muy sensual, es creativa y tan inteligente como exigente para sus dos protagonistas. Capaces de seducir y agredir, de ser dulces y brutales, del deseo al abuso, la ilusión al terror. Destaca, no obstante, la interpretación potente y magnética de él sin quedar Iria Ares eclipsada, quien absorbe perfectamente la conjunción simultánea de elementos masculinos y femeninos.

En resumen: un clásico que pasa con nota el tamiz de la contemporaneidad, que ha sabido ver más lecturas de las evidentes sin traicionar el texto original.

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