En esta obra Yllana apela a lo irreverente, cuestiones no políticamente correctas que nos hacen reír por lo absurdo de la situación o por un concepto llevado a extremos.
La portada ya apunta maneras con esa llamada a la bestia: 666 (no generación Z, esto no va de prefijos de móviles). Los penes kilo-métricos (porque eso pesar, tiene que pesar bastante) también sugieren que si eres una persona que se escandaliza con la poca armonía del volar de las palomas quizá vas a tener que tragar saliva varias veces. Aviso a personas lipotímicas: consulte a su farmacéutico de confianza*.
Destacaría de la obra la creatividad con pocos elementos, la maravillosa ejecución corporal y la interacción puntual con el público que hace romper una cuarta pared que bien se agradece en post-reclusión pandémica. En algunas escenas hubiera acelerado más el ritmo pero sus más de 25 años de experiencia en comedia gestual se hacen notar.
Si te gusta el formato clown, el género absurdo y la comedia sin edulcorar, lo vas a disfrutar.
(*) Nota al pie – Advertencia para el público asistente: es una obra gestual, cómica, pero como obra que se ejecuta a través del cuerpo no es necesario que se retransmita o comentes lo que ves en escena, ya es bastante descriptivo, os lo aseguro. Lo digo porque tuve la mala suerte de sentarme al lado de una señora que tenía el síndrome de asistente personal y parecía Siri. Y por muy absurdo que fuera, no formaba parte de la obra y no resultó gracioso.