Alexa o Siri cada vez están más presentes en nuestras vidas pero, ¿qué pasaría si apareciera un nuevo asistente virtual que tuviera intenciones ocultas? ¿Qué ocurriría si detrás de cada: «apaga la luz» o «sube el volumen», te analizaran con el peor fin? De eso trata esta obra… Del poder de la tecnología y de cómo en un futuro (no tan distópico), podría llegar a convertirse en el gran enemigo de la humanidad.
Un tema que, sin duda, te pone la piel de gallina y que se agudiza con la frialdad de la escenografía (futurista y llena de sillas vacías) y con la interpretación de las tres actrices que pisan el escenario.
Cuando llegué al teatro, la expectación era máxima por ver a una de ellas: Lola Herrera. Y presencié esta conversación en el patio de butacas:
– ¿Cuántos años tendrá ya?
– Creo que casi 90
– Madre mía, seguramente sea la última obra que haga…
Como buena periodista (o cotilla), me surgió la misma duda y le pregunté a Siri (antes de saber de qué iría la obra, claro está…). 89 son las velas que soplará Lola Herrera el próximo mes de junio. Aun así, como si de una inteligencia artificial se tratara, parece que los años no pasan por ella. Sigue emocionando con cada palabra, con cada gesto… Y no sé si pensará ya en la jubilación pero, en este mundo, cada vez más insensible, más automático… necesitamos a más genios como ella, que nos hagan conservar la emoción de ser humanos.