Todos los que hemos vivido nuestros años de infancia durante la década de los 90 tenemos, de forma indiscutible, en nuestro imaginario de ficción muy presentes las películas de Disney. En el año 1992 se estrenó Aladdin, una divertidísima y fantástica película cuya historia se basa en el popular cuento árabe Aladino y la lámpara maravillosa, incluido en la recopilación Las mil y una noches. Una de sus mayores bazas era su banda sonora, que fue reconocida con los premios Oscar y Globo de Oro a la mejor banda sonora original.
Poder disfrutar de Aladdin, el musical supone la maravillosa oportunidad de adentrarte en directo en el fascinante mundo de Ágrabah y dejarte cautivar por el mágico mundo del genio más genial que jamás conocerás. Con una escenografía espectacular y unas coreografías magníficamente ejecutadas por un cuerpo de baile impecable, desde el primer momento logras sumergirte en un universo idealmente creado para hacer soñar al espectador que todo lo que allí está sucediendo es real.
La música, si bien las letras no son exactamente iguales a las de la película original, es fantástica y confirma el reconocimiento otorgado a una producción musical excelente y que es indudablemente reconocible. Destacar los temas Príncipe Ali y No hay amigo tan genial como las canciones más potentes e icónicas del musical junto a la balada inolvidable Un mundo ideal. Todos los intérpretes tienen una capacidad vocal sobresaliente que contribuye a un equilibrio de talento escénico muy meritorio.
Roc Bernadí y Jana Gómez están estupendos en sus papeles protagonistas como Aladdin y Jasmine y se aprecia un gran trabajo cómplice entre los dos intérpretes, que luce muchísimo cuando los ves con tus propios ojos volar por encima del escenario del Teatro Coliseum. Mención especial merecen Álvaro Puertas y Ian Paris que como Jafar y Iago forman una pareja de enorme comicidad y aportan momentos sencillamente muy divertidos. Y de entre todos, no podía ser de otro modo, el intérprete irresistiblemente más genial del elenco es David Comrie, que da vida a un genio carismático y con una personalidad arrolladora que se mete al público en el bolsillo desde que pisa el escenario. Desborda talento, presencia escénica y un magnetismo impresionante. Es imposible no sucumbir a sus encantos y desear frotar la lámpara para que pueda concedernos tres deseos o todos los que considere necesarios.
Aladdin, el musical es un espectáculo vibrante que desborda talento y pasión por el género musical y es, ante todo, un deseo concedido para los amantes de la factoría Disney, la fantasía y los musicales con mayúsculas.
