El prisma de un dolor irreparable

Altsasu

Altsasu
22/01/2024 - Teatro de la Abadía

Cuando una obra de teatro está basada o, lo que es aún más, relata de forma descriptiva un hecho real genera mucha inquietud y expectación a partes iguales. Cuando, además, el suceso tiene un carácter no solo social, sino también político algunas personas empiezan, literalmente, a revolverse. Qué síntoma de buena salud teatral es el hecho de que se creen espectáculos que describen situaciones sociales que han marcado de una u otra forma nuestra historia. Nunca he entendido muy bien qué miedo debe producir que se cuente la realidad de unos hechos, y que cada uno, a partir de ellos, pueda formarse libremente su opinión o lleve a generar un intercambio de pensamientos. ¿No es esta la esencia del teatro? Pues dejémosla vivir.

Altsasu aborda el altercado producido en octubre de 2016 en el pueblo navarro de Alsasua entre unos vecinos y unos guardias civiles y sus parejas, con todas las consecuencias mediáticas, penales, físicas y psicológicas que tuvo. Un montaje que combina el teatro verbatim con la ficción documental, y esta mezcla es uno de los grandes aciertos de la propuesta para hacer llegar una mirada prismática y muy completa de todo lo sucedido y de la extensión de sus consecuencias. A nivel textual, sobresale una magnífica documentación y una construcción muy bien planteada del conjunto de hechos que componen la obra. El espectador asiste a la representación de muchas escenas, algunas de ellas muy rápidas, que permiten seguir la historia sin perder interés ni hilo y ofreciendo un perspectivismo abrumador. Esto es así porque no se incide, desde la ficción, más en una parte que en otra, no se centra más en una historia que en otra, cuenta lo que pasó y cómo afectó esa realidad a todas las partes. Los jóvenes del pueblo no son más protagonistas porque la autora lo haya decidido así, lo son porque sobre ellos recae el peso de la acusación y, por lo tanto, de un proceso judicial que se centra en ellos. Pero en esta obra aparecen todos los implicados directos e indirectos, y se conoce, a partir de sus propios testimonios, cómo vivieron la realidad que les tocó afrontar a cada uno de ellos.

En la dirección, María Goiricelaya imprime un ritmo bastante mantenido a lo largo del montaje, que se ve muy intensificado por el gran uso de la escenografía y los eficaces y constantes cambios de vestuario para marcar la gran cantidad de personajes. En la interpretación, el desafío de los actores es notable por la presencia de registros y situaciones muy distintos, y la exigencia de cambios muy rápidos sin perder la verdad de cada uno de los personajes a los que están dando vida. Un trabajo actoral muy bien medido por parte de los cuatro intérpretes donde se aprecia que el espectáculo está muy rodado y empastado. Especial mención merece la música, tanto la incidental como la dramática, que siempre suma a la escena. Es hermoso escuchar la musicalidad del euskera a través de las canciones tradicionales. Toda la atmósfera de tradición carnavalesca es tratada desde la música, la interpretación, el vestuario y la escena con especial cuidado y le imprime mucha belleza y autenticidad a la propuesta. Muy bello también haber mantenido en la versión castellana las referencias familiares en vasco a lo largo de toda la dramaturgia. Ese grito final compartido de llamada a la madre, al origen de nuestra existencia, es profundamente hermoso y sobrecogedor, y escucharlo en la lengua madre lo hace aún más auténtico.

Altsasu muestra el prisma de un dolor irreparable y le lleva al espectador a cuestionar cómo funciona el sistema y sus límites, los abusos y excesos de poder, las consecuencias del odio. ¿Una pelea puede llegar a considerarse un acto terrorista solo por el hecho de que los agresores puedan tener una determinada ideología? ¿Las fuerzas de seguridad del Estado, a pesar de vivir en algunas circunstancias situaciones de rechazo y odio, pueden tomarse la justicia por su mano ejerciendo parcialidad? Estas son solo algunas de las preguntas que me asaltaron al salir de la representación impactada por lo que había visto, y con ganas de reflexionar sobre el devenir de la humanidad. Salí interpelada y muy feliz porque esto para mí siempre será el TEATRO.

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