En Asesinato de un fotógrafo cabe todo lo que puedes esperar de una historia del género noir: un muerto, varios sospechosos y un detective de manual: ingenioso, misterioso, de sombrero y gabardina. Pero es que, a la vez, Asesinato de un fotógrafo es algo diferente, y por eso creo que es una obra de teatro muy recomendable.
¿Y por qué es diferente? Principalmente por su puesta en escena. Un detective, una pantalla y unas fotografías que se proyectan sobre ésta son prácticamente todos los elementos que veremos sobre las tablas. Pero es que no hace falta nada más. Bueno, sí, un buen libreto que complete todo lo que no vamos a ver. Y el de Asesinato de un fotógrafo, lo es, sin duda. El texto de esta obra de teatro cuenta más de lo que, a priori, podríamos esperar. Con cierto regusto poético y reflexivo, no solo nos tiene enganchados para saber quién será el culpable de la muerte del fotógrafo, si no que también se pregunta: ¿qué es el arte hoy en día? ¿Sirve para algo?
Disfruté mucho de la actuación de Pablo Rosal, autor y el único intérprete de esta historia. Pablo te va llevando, solo con la ayuda de su voz, su expresión corporal y el apoyo de las fotografías proyectadas, por las distintas historias que unen a cada sospechoso con el fotógrafo Franz Ziegetribe. Buscando pistas que le ayuden a resolver el caso, se irá moviendo por la ciudad de Barcelona, encontrando a los principales sospechosos del crimen, todos bastante cercanos a Franz, todos con motivos suficientes para haberle matado, pero todos ellos defendiendo historias contradictorias.
¿Quién será el culpable? Pásate por el Teatro de la Abadía a descubrirlo, ¡el final te sorprenderá!