«Muchas preguntas, pero ninguna certeza», se dice el protagonista de Búho varias veces durante el espectáculo. Y así sale el espectador cuando se acaba la función. Sin certezas, pero con muchas preguntas.
Es un regalo salir así de un espectáculo. Con dudas, con sensaciones encontradas, con un batiburrillo de emociones sin orden alguno… y sin respuestas. Es un regalo que el teatro no te ofrezca respuestas, y que solo te sugiera preguntas. Titzina Teatro es una compañía que explora, que observa y que regala esa observación, sin filtros. Que no hace el trabajo de pensar por ti. Que te obliga a recibir estímulos caóticos, emociones sin descodificar y escenas sin explicaciones. Para que tú vayas a casa y trates de digerir.
Eso sí, la digestión es placentera porque las imágenes y los sonidos de la función son de una belleza absoluta. También son bellas, por cotidianas y honestas, las interpretaciones.
Búho no es una obra para todos los públicos. Es una obra para públicos valientes, sedientos de un teatro inestable, inseguro, sin certezas. Un teatro que se atreve a caer. Que te invita a caer. Para, desde las profundidades, acompañarte a encontrar los recuerdos de Pablo, el protagonista. O, tal vez, si te atreves, tus propios recuerdos.
