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Carmen Machi: Juicio a una zorra

Carmen Machi: Juicio a una zorra
28/09/2016

Todos sabemos que no todas las fusiones entre el clasicismo y la modernidad funcionan en teatro, siendo muchas las propuestas que no han acabado de cuajar a lo largo de los años como consecuencia de ser demasiada gratuitas o por presentar una importante carencia de coherencia interna. Quizás, estas han mostrado una falta de respeto a los hechos originales o se han enfocado desde unas pretensiones demasiado altivas a partir de una visión de la época actual que ha impedido otorgar veracidad a aquello que estamos presenciando. Así, cuando nos encontramos con una obra como Juicio a una zorra, esta resulta ser un auténtico regalo para los amantes del teatro, gracias a las grandes virtudes que contiene y que ligan a la perfección a través de los diferentes niveles. Por lo tanto, es un claro ejemplo de que la fusión entre las dos vertientes puede encajar a la perfección, incluso consiguiendo que ni se perciba, integrándola y ofreciéndonos una propuesta tan cercana cómo atemporal.

El texto de Miguel del Arco muestra las entrañas de un personaje tan fascinante como realmente desconocido, Helena de Troya, consiguiendo hacer un juicio de valores sobre aquello qué es correcto, quien dice que lo es y quiénes son los que transmiten su propia verdad a la sociedad, la cual puede quedar impregnada y ser transmitida a lo largo de los siglos a partir de un único punto de vista. En este sentido, el juicio al que se somete voluntariamente Helena sirve para transmitir que no todas las verdades son ciertas y que siempre es necesario ver qué hay detrás de las pressumptes verdades que nos transmiten constantemente, incluidas las históricas. En este sentido, nada se tiene que dar por cierto y hay que contrastarlo todo, especialmente en un mundo en el que las verdades absolutas abundan de forma inconsistente y los diferentes puntos de vista se difuminan en uno sólo.

Por otro lado, el texto mantiene una fuerte sinergia con la dirección sublime de Del Arco. En numerosas ocasiones, tenemos la sensación de estar contemplando un cuadro gracias a la fuerza visual que transmite, que viene subrayada por una excelente iluminación y por un gran trabajo cromático. Las diferentes estampas transmiten la fuerza del mismo texto, siendo situados a conciencia los diversos elementos presentes en ellas. Además, el director consigue crear una atmósfera sugerente y atractiva en la que el juicio a Helena consigue atrapar al espectador utilizando elementos sonoros que aportan el dramatismo necesario por aquello que se está intentando explicar, nadando en todo momento a través de la fusión antes explicada del clasicismo y la modernidad.

Por último, hay que destacar la gran interpretación de Carmen Machi, que sabe moverse con total naturalidad entre el drama y la comedia, mostrando lo mejor de cada registro. Así pues, esta nos ofrece una auténtica masterclass actoral, en la que la fuerza y la pasión se equilibran con el texto y la dirección. Sin duda, es una auténtica delicia poder verla actuar y contemplar como este monstruo escénico consigue llenar sola todo el escenario y cada rincón del patio de butacas con una Helena que sale desde sus entrañas.

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