Somos relato y la fábula es nuestro motor de vida. Los recuerdos y los deseos confeccionan lo que fuimos, somos y llegaremos a ser. Todo es real a partir de la ficción. Esa es nuestra catástrofe individual y también colectiva.
La propuesta escénica del dramaturgo Antonio Rojano con Íñigo Rodríguez-Claro a la dirección nos invita a presenciar los accidentes que anidan dentro de los anhelos de lo que pudo haber sido en las vidas de Ion, Mikele, Irene y Jota. Cuatro intérpretes recorren el imaginario de sus ficciones adentrándose en un desierto que les conduce al borde del infortunio: ese punto crítico en el que la fábula se agota y con ella la vida. En ese árido océano, la presencia del cactus simboliza el resquicio de la ficción ante el vacío vital.
La solvencia de las interpretaciones de Ion Iraizoz, Mikele Urroz, Irene Ruiz y José Juan Rodríguez, junto con la fuerza de las imágenes, sumergen al espectador en una sucesión de ficciones dentro de ficciones que no permiten deslindar la existencia del sueño. La verdadera catástrofe humana acontece cuando el binomio sueño-realidad se destruye.
Este magnífico hecho escénico es un viaje purgativo a la vitalidad del relato individual y colectivo como ese asidero imprescindible para alcanzar la significación y trascendencia humanas. Una creación colectiva sobresaliente. Un suceso teatral inteligente, irónico y profundo del ser. Nuestra catástrofe. La de todos. No te quedes sin vivirla.