Catástrofe

Antonio Rojano y este reparto magnífico comandado por Íñigo Rodríguez-Claro consiguen borrar los límites entre realidad y ficción en un juego metateatral virtuoso y gamberro

Cuatro personajes en busca de autor, Irene, Mikele, Ion y Jota, nos agarran por las tripas y nos meten de lleno en su juego de memoria personal y colectiva, en sus referencias biográficas, que tal vez hagamos nuestras; en sus miedos, que pueden ser los nuestros también; en su mundo imaginario, bien rico y puesto en escena por Íñigo Rodriguez-Claro que dirige el artificio magnífico en una dirección precisa para llegar al caos más estimulante. Me parto el pecho con mil escenas y me arrasan otras, como el final.

Antonio Rojano hace una dramaturgia brillante llena de escenas geniales,de capas infinitas entre las que dejarse deslizar y gozar sin saber lo que nos deparará el siguiente giro.

Gracias por la risa, por dejarme entrar en vuestro juego desde el primer minuto; por querer acabar dando la mano a Mikele y hacer Chejov con Ion; por querer tener una nieta como Irene y un compañero imaginario de montaña para afrontar mis miedos como Jota... Gracias por hacer teatro VIVO.

(ver más en: https://lascosasqueyohevisto.wordpress.com/2019/02/08/catastrofe/ )

Somos relato y la fábula es nuestro motor de vida. Los recuerdos y los deseos confeccionan lo que fuimos, somos y llegaremos a ser. Todo es real a partir de la ficción. Esa es nuestra catástrofe individual y también colectiva.

La propuesta escénica del dramaturgo Antonio Rojano con Íñigo Rodríguez-Claro a la dirección nos invita a presenciar los accidentes que anidan dentro de los anhelos de lo que pudo haber sido en las vidas de Ion, Mikele, Irene y Jota. Cuatro intérpretes recorren el imaginario de sus ficciones adentrándose en un desierto que les conduce al borde del infortunio: ese punto crítico en el que la fábula se agota y con ella la vida. En ese árido océano, la presencia del cactus simboliza el resquicio de la ficción ante el vacío vital.

La solvencia de las interpretaciones de Ion Iraizoz, Mikele Urroz, Irene Ruiz y José Juan Rodríguez, junto con la fuerza de las imágenes, sumergen al espectador en una sucesión de ficciones dentro de ficciones que no permiten deslindar la existencia del sueño. La verdadera catástrofe humana acontece cuando el binomio sueño-realidad se destruye.

Este magnífico hecho escénico es un viaje purgativo a la vitalidad del relato individual y colectivo como ese asidero imprescindible para alcanzar la significación y trascendencia humanas. Una creación colectiva sobresaliente. Un suceso teatral inteligente, irónico y profundo del ser. Nuestra catástrofe. La de todos. No te quedes sin vivirla.

¿Quién no se ha despertado un día recordando un sueño? ¿Quién no se ha reido de lo absurdo que era? Igual pasa con las pesadillas. Todo se mezcla creando sinsentidos.

Eso es esta obra un sueño inconexo donde 4 actores se confunden con sus personajes y se transforman en recuerdos y miedos del resto de sus compañeros, creando un sueño común, a veces divertido, a veces agobiante y a veces sin sentido alguno.

Porque así funciona nuestro subconsciente. Mezclamos nuestras inseguridades, nuestros miedos, y nuestras experiencias recientes o lejanas para intentar superar lo que nos bloquea y no nos deja avanzar.

Y de todo se vale su creador, Antonio Rojano, para crear esta locura teatral donde se mezclan ficción y realidad con risas y momentos oníricos y donde sus 4 actores, impecables sobre el escenario y absolutamente comprometidos con esta locura, salen y entran de sus personajes y se convierten en parte de los sueños de sus compañeros, siendo compañeros en un momento y desconocidos al siguiente, desconectando las escenas y mezclando los sueños de unos con los de otros.

Gran juego teatral que merece la pena experimentar.

PD: Si eres actor o estudiante de interpretación no te lo pierdas. Puedes aprender mucho del trabajo de los actores.