Comienza “Coraje de madre” con la voz en off del narrador, el autor de la pieza, Georges Tabori, describiendo el atuendo elegante y sobrio de su madre Elsa Tabori ante un espejo gigantesco, colgado sobre el escenario que devuelve un reflejo inexacto, deformado y borroso de la escena y de sus espectadores. Deformado como toda narración de una memoria, como todo recuerdo.
Pere Ponce encarna a un Tabori hijo, narrador magnífico, y una Isabel Ordaz entre digna, divertida y sencilla, encarna el recuerdo más o menos fiel de esa madre, entre atribulada, resignada, educada, observadora de las formas y la amabilidad hasta el esperpento, en el momento más terrible de su biografía.
A través de la historia de una afortunada y casi grotesca carambola de terror y liberación Tabori retrata el horror del nazismo en la comunidad judía de Budapest; dibuja el retrato de una sociedad cruel, evasiva con el apestado, acusadora del señalado y transformada por la incomprensión, la intolerancia, el odio, y el horror que la inunda.
Y dibuja este retrato a través del periplo casi quijotesco de esta mujer vital, digna, con una empatía que llega hasta lo inverosímil, firmemente educada hasta con sus verdugos y abrumada pero entera -y digna hasta el humor más negro- ante la violencia, el miedo y la sinrazón que le toca vivir.
Una narración con una puesta en escena sencilla y eficiente en que el virtuoso David Bueno al piano aporta la parte más amable de los personajes ( encarnados estos por Xavi Frau y Sacha Tomé además del mencionado David Bueno) que acompañan en su periplo a esta entrañable Elsa que compone la Ordaz.