Yo esperaba ver una obra que reflexionara sobre el dilema de ser madre o no serlo, pero lo que me he encontrado, para mi sorpresa, va mucho más allá. Y es que, por mucho que lo obviemos, el subtexto de la vida es la muerte. La mayoría de las decisiones que tomamos van con ella de la mano, aunque ni siquiera seamos conscientes. Cuando el final está cerca nuestra perspectiva inevitablemente cambia, el personaje que hemos interpretado, por necesidad o inercia durante todo este tiempo, se desfigura. Cuando ves que el juego termina pronto te empiezas a olvidar de las reglas. Por supuesto, también trata el tema de la maternidad, reflexionando sobre esa necesidad de la mujer de llenar un vacío existencial, una carencia que no sabe resolver por sí misma y que cree solucionar con una criatura. También refleja cómo la desesperación por conseguir algo te puede llevar a tirar por tierra tus propias convicciones, confiar en métodos o en personas equivocadas. ¿Por qué tenemos realmente hijos? La obra no pretende ser presuntuosa dándote respuestas, pero sí mucho que reflexionar.
Cucaracha con paisaje de fondo es un montaje con un texto que combina prosa y verso muy divertido, ingenioso, intrigante y con contenido de fondo. Las intérpretes disfrutan en escena y la escenografía me chifla.