Esta no es la típica historia de chico conoce a chica o sí lo es, solo que Dani y Roberta no son el típico chico y la típica chica de las típicas historias de chico conoce a chica. Los personajes de esta obra son de aquellos que viven en los márgenes y que igual lo único que necesitan, como todos y todas, es un poco de amor.
Dani vive en el margen de la violencia, su terreno es el de vivir en un mundo que no termina de comprender o mejor dicho en un mundo que no le comprende a él. Roberta vive en el margen que le ha impuesto su familia, en una vida poco estructurada fruto de un embarazo adolescente cuyas consecuencias le persiguen cuando ya cumple más de 30.
Y de esos márgenes, Dani y Roberta se encuentran en el medio, en el medio de un bar, bailando en una conversación de monólogos paralelos en la que conocemos la complejidad de estos personajes. No parece amor a primera vista, sino más bien las confesiones a un desconocido que no te va a juzgar y si te juzga, no le vas a volver a ver. Pero de esas personalidades extremadamente emocionales y extremadamente opuestas, nace algo a lo que quizá podríamos llamar amor.
Dani y Roberta es una obra en la que priman las emociones de sus personajes y que interaccionan a través de las mismas. Una propuesta interesante a la que le pongo un pero. El personaje de Roberta fuma durante gran parte de la obra y en un espacio cerrado, como es un teatro, si estás en las primeras filas esto se vuelve muy molesto.
Y tú, ¿crees que uno podría enamorarse de un ligue de bar?