El silencio canta a gritos

Descarriadas

Descarriadas
05/05/2019

Regresa Descarriadas, el magnífico texto de Laila Ripoll con dirección de Paloma Rodera e interpretación de Luna Paredes.

Descarriada: adjetivo que define a una persona que va por fuera o que va descartada de un buen camino. Y presuntamente ese fue su pecado capital: el no seguir el dictamen moral preestablecido. Cualquier atisbo de rebelión de la senda marcada era castigado con la vida.

El montaje escénico da voz a las historias de las mujeres que fueron encerradas en una España no tan lejana. Privadas de voluntad, fueron despojadas de su existencia condenadas a sobrevivir en reformatorios que en realidad eran auténticas cárceles de mujeres. El espectáculo es una denuncia a ritmo de concierto de rock de los abusos perpetrados por el Patronato de Protección a la Mujer durante los últimos años de la dictadura franquista y los inicios de la transición democrática. No, no todo fue concordia, sosiego y libertad.

Tan solo la música les salvaba con su poder catárquico, porque el silencio también canta, baila, rabia de amor y de ira, toca las notas de la incomprensión. La permanencia de la música, y en concreto del rock con grandes letras y voces de artistas de aquella época como Janis Joplin, Patty Smith, AC-DC, Bob Dylan o Pink Floyd entre otros, recorre todo el concierto dividido en dos caras: La historia de Paloma y también la de Yolanda y las de las otras muchas jóvenes, o digamos más bien niñas, que sufrieron maltrato, repudio y castigo. Todas resuenan en las canciones que narran la desdicha de Paloma.

El espacio escénico te sumerge de lleno en el ambiente diáfano de concierto de rock, con el fondo negro, las guitarras y los bafles. Pero es mucho más: la soledad y la oscuridad que rodearon las vidas de estas jóvenes que vivieron literalmente asfixiadas. Esa represión la transmite a la perfección el plástico que envuelve todo el escenario y con él la vida de Paloma. Luna Paredes está radiante, llena de fuerza en un ejercicio de interpretación escénica y musical magníficos. Otorga voz y cuerpo sólidos y propios a una obra impregnada de belleza poética, real y desgarradora. Una obra que canta a la mujer, a su identidad, sus derechos, y a su lucha por vivir plena su realidad siendo ella la única artífice de su historia.

Jesus died for somebody’s sins but not mine. El silencio canta a gritos por su libertad a ritmo de rock

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