Con apenas seis obras estrenadas, Pablo Remón se ha convertido en uno de los referentes de la dramaturgia española contemporánea. Tras La abducción de Luis Guzmán, 40 años de paz, Barbados, etc, El tratamiento, Los Mariachis y Sueños y visiones de Rodrigo Rato, llega ahora Doña Rosita, anotada, una peculiar versión de Doña Rosita la soltera de Lorca, en la que, mediante los mecanismos de la autoficción, el autor se introduce en el texto junto a otros personajes de su vida personal, como su mujer o sus tías, para reflexionar sobre el paso del tiempo y sus efectos, no solo en la obra de Lorca sino, también, en nuestras propias vidas.
Pablo Remon reinterpreta y actualiza la obra de Lorca, inspirada en su día en una historia real, por lo que también tiene en su origen algo de autoficción. Y lo hace con una sorprendente naturalidad, a pesar del acento impostado de sus personajes que, lejos de alejar a los espectadores, ayuda a introducirles en este universo lorquiano mediante el recurso del humor, la ironía que tan bien maneja Remón, y los recuerdos del autor. Pero esta función no sería tan grande sin las prodigiosas actuaciones de Fernanda Orazi, Manuela Paso y Francesco Carril, muchas veces contenidas, incluso en la exageración, pero siempre convincentes y conmovedoras. Y, para terminar, destacar también la sorprendente, arriesgada y excelente escenografía de Mónica Boromello.